LA tragedia se cebó ayer con una familia vizcaina, tres de cuyos miembros fallecieron en un brutal accidente que tuvo lugar de madrugada en la localidad palentina de Naveros del Pisuerga y en el que perdieron la vida un total de seis personas. Si ya de por sí un accidente de estas características y con tantos fallecidos supone un drama que causa conmoción, el hecho de que en el siniestro murieran tres menores y una joven de 18 años añade aún mayor dosis de dramatismo. La secuencia de lo ocurrido proporciona la medida de la angustia de lo que aconteció de madrugada en una carretera secundaria castellana en la que el vehículo en el que viajaban cayó al agua de un canal e incluso otro familiar -madre de uno de los niños fallecidos y que viajaba en otro coche- intentó infructuosamente y durante casi una hora salvar alguna vida. Lo terrible es que, como sucede en muchos casos similares cuando se produce un accidente grave, los testigos y vecinos de la zona han recordado que en el mismo lugar han ocurrido varios accidentes más en los últimos años, con el resultado de catorce personas muertas, contando con los fallecidos ayer. Por mucho que las autoridades insistan en que el tramo está perfectamente señalizado como peligroso, la opinión generalizada de los vecinos es que este accidente "se podría haber evitado". Probablemente, a partir de ahora se tomarán medidas de seguridad para impedir que otro siniestro acabe en ese lugar con la vida de más personas, pero nadie puede quitarles a los familiares de las víctimas el sentimiento de que si se hubiera actuado antes podrían seguir con vida. La prevención y la actuación decidida de los poderes públicos es, junto con la prudencia y el respeto a las normas de los ciudadanos, la fórmula para evitar el inasumible reguero de muertes que deja la carretera. En este sentido, los cambios que prevé la Dirección General de Tráfico, fundamentalmente en la regulación y control de la velocidad en las vías, debe contemplarse como una prioridad que debe ir dirigida hacia múltiples variables. No basta con hacer campañas más o menos ingeniosas ni con instalar radares, siendo ambas cuestiones necesarias. El trazado y el estado de las carreteras, sobre todo de las secundarias, y su señalización siguen siendo una asignatura pendiente que cuesta vidas.