LA hegemonía del PP y el rodillo parlamentario que ha activado (algo que Rajoy negó que fuera a suceder, pero que hoy es ya una realidad) también se está plasmando en el ámbito más ideológico de la acción del Gobierno español. En medio del ruido mediático que rodea a todo lo concerniente con la crisis económica, empiezan a colarse iniciativas de un claro sesgo ultraconservador. Medidas que, en un goteo continuo, empiezan a implantarse ante la impotencia de la oposición y de numerosos sectores ciudadanos que asisten a lo que sería un anacronismo en cualquier sistema democrático de calidad como es el hecho de que una formación ostente tal abrumadora mayoría absoluta. Y es así, sin necesidad de pactar ni consensuar, como el PP está llevando a cabo todas y cada una de las reformas que cada viernes anuncia tras su Consejo de Ministros, afecten estas a la clase trabajadora, las comunidades autónomas, los dependientes y sus familias, las mujeres o el mundo educativo. Pendiente de la decisión definitiva que adoptará el Tribunal Constitucional sobre la ley del matrimonio entre personas del mismo sexo (y que, de admitirse el recurso de los populares, supondría un serio problema para esta formación a tenor de los numerosos líderes que muestran su apoyo a este colectivo, cuando no manifestando públicamente su condición homosexual), el Gobierno de Rajoy va implantando su programa ideológico en otra serie de cuestiones. La opinión pública ya ha sido avisada de que se restringirá el ejercicio de la interrupción del embarazado en el caso de malformaciones del feto, cuando se trataba de un supuesto que nunca había generado controversias. Otro de los objetivos sobre los que el PP ha colocado toda su artillería ha sido la asignatura Educación para la Ciudadanía, una de las bestias negras de los populares cuyos contenidos relativos a los afectos, la igualdad de género, el sexismo, la homofobia o las razones estructurales de la pobreza ya han sido eliminados por considerar que con ello se "adoctrinaba" al alumnado. La crudeza de la crisis, los implacables recortes y la ansiedad que todo ello genera entre la ciudadanía no está dejando ver en su justa dimensión el inexorable proceso de reideologización que va implantando el PP a golpe de decreto, aunque con ello se lleve por delante derechos adquiridos tras muchos años de esfuerzo.
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