TRAS la escenificada ruptura del singular pacto con el PSE merced al que Patxi López accedió a la Lehendakaritza, el PP de Antonio Basagoiti se ha embarcado en una travesía electoralista en la que no faltan propuestas fuera de tono que están despistando incluso a sus propias filas. Ya la forma de dinamitar el pacto con los socialistas fue una iniciativa que, aunque tenía su propio poso, resultó inquietantemente improvisada fruto de su intención de desmarcarse lo antes posible de un PSE y de un gobierno que hacían y hacen aguas y que podía arrastrar a los populares. Contagiado sin duda por el peculiar estilo de su líder, el PP busca en su estrategia electoral cualquier resquicio que le proporcione un poco de aire, ahogado como está por su propia política basada hasta hace dos días en sostener a un gobierno inoperante y capaz -como ahora reconocen sus dirigentes- de dejar las cuentas de Euskadi "arruinadas" y, por otro lado, desgastado en la defensa en solitario y poco creíble de los brutales recortes y las medidas que implanta e impone en Euskadi el Ejecutivo de Mariano Rajoy. Así se entiende que los populares vascos se aferren a cualquier clavo por muy ardiente que se encuentre para tratar de mejorar sus posiciones, dado que los sondeos no les son precisamente muy favorables. La iniciativa para que puedan votar en Euskadi los que llama "exiliados" por la amenaza de ETA le ha dado al PP cierta repercusión mediática, pero ha horrorizado a gran parte de la sociedad vasca, incluidos muchos de sus teóricos seguidores. Ahora, se ha descolgado con una nueva iniciativa que desde todo punto de vista resulta extemporánea, intensamente populista, interesada y cuyos resultados no serían desde luego una profundización democrática sino más bien lo contrario ya que sus efectos serían nefastos para los partidos pequeños. La propuesta de reducir de 75 a 60 el número de parlamentarios vascos en la Cámara de Gasteiz viene, así, a ratificar que los populares, al calor de una lógica exigencia de mayor rigor y contención del gasto público, se han deslizado peligrosamente por la senda de un populismo ramplón en busca de votos. Sobre todo, porque el PP no ha planteado su presunta propuesta donde y cuando debe ni ha buscado un mínimo consenso en torno a ella, sino un protagonismo fácil y por su propio interés.
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