LA incertidumbre económica y la tensión política que esperaban a la reunión clave del Banco Central Europeo se cerró con una jornada negra más, con el agravante de que el umbral de resistencia es cada vez menor. La falta de definición del BCE para paliar los efectos negativos sobre la deuda soberana de España e Italia generaron una nueva caída de la Bolsa -la segunda mayor del año- y un nuevo despegue de la prima de riesgo. Una indefinición que ya había costado a España colocar el máximo de la subasta de deuda prevista con 3.130 millones, pero a costa de que la rentabilidad del bono a 10 años alcanzara su nivel más alto de lo que va de 2012 con un 6,647%. Los discursos de euforia propagandística que se dictaban a los medios en los últimos días desde Moncloa chocaron otra vez con la cruda realidad de los intereses de unos mercados, donde la especulación y la corrupción siguen campando a sus anchas. Tampoco la difundida reunión entre Rajoy y Monti aportó nada más que otra nueva dosis de despropósitos en la intervención del presidente español, quien no supo aclarar si pediría el rescate como última oportunidad de calmar el acoso oportunista del capitalismo especulativo a sus necesidades de financiación, ni supo dar una explicación mínimamente coherente al fiasco que supuso la reunión del BCE. Rajoy es un presidente en una cuesta abajo sin frenos, cada vez más noqueado y al frente de un Gobierno desorientado y confuso -su único punto de cohesión parece ser la necesidad de avivar un discurso cada vez más derechista y extremista-, cuyas decisiones han supuesto un paso atrás tras otro. Quizá como síntomas simbólicos, ayer también se cayó Juan Carlos de Borbón tras un nuevo tropezón, y se desprendió del mástil la gigantesca bandera española de la plaza de Colón en Madrid. Por si fuera poco, los datos del paro de julio confirman el estancamiento en la capacidad de creación de empleo. En Euskadi, los datos son también pésimos, con una caída del paro aún más leve, un imperceptible 0,17%. Parece ser la hora de abandonar un camino de recortes al dictado de intereses especulativos e ideológicos ajenos a las necesidades de la sociedad y apostar por nuevas fórmulas de afrontar las consecuencias laborales, económicas y humanas de la crisis. Hay alternativas.