LA previsible, aunque no oficializada, petición de ayuda al Fondo de Liquidez por parte de Cataluña, la primera Comunidad Autónoma en términos de PIB -doscientos mil millones de euros- ante el vencimiento de 5.755 millones de deuda en el segundo semestre, supone dimensionar en su justa medida el descalabro al que se ve abocado el Estado español y la confirmación de que, tras Valencia y Murcia, el dominó de los rescates sigue su curso. Si Castilla-La Mancha ha eludido de momento la solicitud en base a que ya ha satisfecho la mayor parte de los vencimientos de deuda de este año, Andalucía aún deberá responder con 1.609 millones y La Rioja tendrá que mantener un doble pago por encima de los cuatrocientos millones en el tercer y cuarto trimestres. Ni siquiera el hecho de que Bruselas haya considerado suficiente el Fondo de Liquidez de 18.000 millones sirve de algo. Cierto es que el total de vencimientos pendientes que tienen las CC.AA. para este año es de 15.838 millones, pero la deuda total asciende a 140.000 y habrá que hacer frente a nuevos vencimientos en una situación de rescate global del Estado... o de suspensión de pagos. Son las dos únicas posibilidades que le quedan a España y posiblemente a la Unión Europea debido a su dudosa capacidad para hacer frente a un rescate del Estado español que podría superar los 400.000 millones de euros y que implicaría la asunción de un problema similar, cuando no mayor, en Italia. Es precisamente ese horizonte el que ha llevado a Moody's a dudar de las deudas soberanas de Alemania, Holanda y Luxemburgo. Sin embargo, en el tsunami financiero que arrasa al Estado y hace tambalear los cimientos de la UE, la previsible petición de rescate por parte de Catalunya también permite dimensionar el éxito y las capacidades de un modelo -el derivado del Concierto Económico que en su día rechazó y ahora anhela la Generalitat- y de una forma de gestión diferente que se evidencia en las cifras dadas ayer por la Diputación Foral de Bizkaia: 97 de los 112 municipios del Territorio Histórico cerraron el último ejercicio con ahorro positivo. Ello debería suponer la profundización en un autogobierno que se ha mostrado eficaz y no el absurdo de extender por el prurito de una falsa unidad, como se extendió en su día el modelo autonómico, medidas que solo agudizarán la crisis.