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Ponte bien y estate quieto

TRAS días observando que las informaciones económicas no son más que inputs que marcan un escenario que ya no aguanta el apellido de incertidumbre sino de puro azar, nos ha empapado una cierta impresión errática. El Elíseo estrena inquilino socialista, la mentalidad germana que bebe de la austeridad y el aquí mando yo cosecha su enésima derrota en un mensaje claro de los ciudadanos de que por aquí no hay que ir, Grecia volverá a elecciones en junio con el fantasma agitado de un Papandreu y su consulta de efecto barrido del mapa por un gobierno tecnócrata que ha derivado en un ejecutivo interino de catedráticos. A los griegos, ahora sí, les preguntarán en un mes. Vuelta a empezar.

El resultado no es otro que una sensación ambulante, que bajo los vaivenes de la prueba-error supone una escena cansinamente demoledora por no hablar de un frustrante bostezo: la vida sigue pero no avanza. Tras el rosario de malas noticias de la semana pasada bandeando desde la subida de la prima de riesgo hasta la caída de la Bolsa pasando por la resurrección del corralito financiero, se pide tiempo muerto: a sacar la bandera blanca y empezar otra vez. El ministro de economía vino a poner el corolario con frase preventiva: su Gobierno ha hecho todo lo que tenía que hacer, nunca le agradeceremos lo suficiente que no rematara la conclusión con un recen ustedes todo lo que sepan.

El escenario sin rumbo destila cierto sabor experimental y tiene un marcado carácter letal para el subconsciente colectivo, porque si hay política posible solo sirve para acercarnos al abismo y en medio de las dudas, la vacilación y la falta de garantías de un plan, asistimos con los elementos en la mano a una triste sensación de que no nos queda más que observar la Roma en llamas mientras Nerón toca la lira.

Entre el ponte bien y estate quieto, ya son demasiados los damnificados, más profundos los efectos y marcadas las secuelas en un camino en el que más difícil y lejana parece antojarse la posibilidad de reparación. El problema del uno por el otro, la casa sin barrer parecen protagonizarlo, ya no los políticos en su derrota, sino los ritmos, los giros y las pausas, aunque quizás sea precisamente una parada técnica la que pueda generar el impulso hacia una nueva sensibilización e hipótesis. Ojalá llegue ahí la escucha empática y un nuevo envite bajo el pensamiento siempre necesario de que no importa dónde te pares sino hacia dónde te mueves.