El euskera ante la Unión Europea
La presencia conjunta en Bruselas de los responsables de política lingüística en las administraciones en que se halla dividida Euskal Herria es un avance que no evita la exigencia de oficialidad ni la necesaria superación de reticencias en sus gobiernos
AUNQUE tardía, la presencia conjunta en Bruselas de los responsables de las políticas lingüísticas referentes al euskera en los tres entes administrativos en los que se encuentra dividida políticamente Euskal Herria -Comunidad Autónoma Vasca, Comunidad Foral de Navarra y Región de Aquitania- supone la superación de obsesiones ideológicas en torno a la lengua vasca y, a partir de dicha superación, un modo de contribuir al reconocimiento en Europa de nuestro idioma y, por tanto, a la supervivencia del mismo. La cita de la viceconsejera de Política Lingüística del Gobierno vasco, Lourdes Auzmendi; el presidente de la Office Publique de la Langue Basque en Aquitania, François Maitia, y el gerente de Euskarabidea en Navarra, Maximino Gómez; con la jefa de la Unidad de Multilingüismo de la Dirección General de Educación y Cultura de la Comisión Europea, Belén Bernaldo; supone en ese sentido un paso adelante para que el euskera se beneficie de algún modo del marco presupuestario de la UE a partir de 2014 -quizás a través del paquete de programas Creative Europe- pese a que hoy no se contemplen para las lenguas minoritarias (habladas en la Unión Europea por 40 millones de personas) partidas concretas en lo que se entiende como economía de la cultura (que representa el 4,5% del PIB europeo y emplea a más de ocho millones de personas). Sería, además, un modo de que la Unión Europea cumpliese con el artículo 22 de su Carta de Derechos Fundamentales, que contempla expresamente el "respeto a la diversidad lingüística", pero que no ha supuesto un efecto práctico en la protección de las lenguas minoritarias y regionales pese a que ya en 1992 la Comisión Europea inició un estudio sobre estas y pese al plan de acción para promover el aprendizaje y la diversidad lingüística surgido del Año Europeo de las Lenguas 2001, diluidos finalmente en otras iniciativas que buscan la promoción de lenguas de mayor implantación pero superadas por la preponderancia del uso del inglés en las instituciones de la Unión. Sin embargo y en cualquier caso, que la presencia coordinada en Bruselas de las tres administraciones de la eurorregión Euskadi-Navarra-Aquitania sea plausible y suponga, siquiera a través de las ayudas a la industria cultural que podría impulsarlo, un avance en la búsqueda de apoyos a la promoción del euskera como lengua ejemplar, también en cuanto a su recuperación en las últimas décadas, no debe obviar la pretensión de que el idioma vasco adquiera un reconocimiento de oficialidad que se antoja el mejor fundamento posible para su supervivencia. Tampoco la imprescindible superación de actitudes reticentes -evidentes tanto en Iparralde como en Nafarroa, pero no ausentes hoy en la CAV- a la hora de considerar al euskera como lo que es, un idioma que necesita, en Europa y en Euskal Herria, todos los apoyos de todos.