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Más avances

El reconocimiento por parte de la izquierda abertzale de que su posición política ante ETA ha causado más dolor y humillación a las víctimas es un paso positivo del que es esperable su total sinceridad y que debe culminar la propia organización armada

LA izquierda abertzale volvió ayer a protagonizar una de sus tradicionales escenificaciones envueltas en un halo de supuesta solemnidad con las que suele salpicar sus intervenciones públicas cada vez que, en su opinión, tienen algo "importante" que comunicar a la sociedad. Volvió a elegir, para ello, el Kursaal donostiarra, donde presentó, en euskera, castellano, francés e inglés, su nuevo documento, Construyamos la paz en el proceso democrático. La gran novedad del texto estriba en que por primera vez en su historia la izquierda abertzale realiza algo equiparable a una autocrítica pública en la que, además de mostrar su "profundo pesar" por las "consecuencias dolorosas derivadas de la acción armada de ETA", reconoce también que su propia "posición política" con respecto a los atentados ha podido suponer "un dolor añadido o un sentimiento de humillación para las víctimas". Evidentemente, lo primero que cabría decir es que sí, que su "posición política" ha causado más dolor y ha sido humillante, no solo para las víctimas -que lo ha sido, y en gran medida- sino también para el conjunto de la sociedad vasca. No solo su "posición política", también su actitud, su quehacer diario, su conducta humana han supuesto humillación y han generado dolor. Con todo, bienvenido sea este nuevo paso de la izquierda abertzale en el reconocimiento y aceptación de que sus actos han proyectado insensibilidad hacia el dolor de las víctimas y, sobre todo, de que esta nueva actitud es absolutamente imprescindible para lograr la deseada reconciliación y la pacificación definitiva. Tras muchos años de mantener estas actitudes inaceptables, no habrá sido fácil para este sector de la izquierda abertzale aceptar esta especie de petición pública de disculpas. Es un paso que deberían imitar también otros que hasta ahora han sido incapaces de reconocer siquiera que ha habido otras víctimas además de las causadas por ETA, sin que ello suponga un intento de absurda e imposible equiparación, y que con su insensibilidad hacia el dolor que han considerado ajeno han contribuido también a añadir aflicción y humillación. Sin embargo, el paso dado, siendo positivo, difícilmente satisfará a las víctimas, que necesitan de mucho más que de una mera declaración de lamento. En principio, porque es lógico y legítimo dudar de su sinceridad, que se subraya de forma expresa de forma que parece impostada. Subraya la izquierda abertzale que desea que este pronunciamiento "sea aceptado con la misma sinceridad con la que se muestra". El problema, precisamente, es que en muchos casos, y mientras no se produzcan más avances palpables, será así. La sociedad vasca exige más pasos, de mayor avance y más rápidos. Y de quien debe darlos: ETA, reconociendo el daño causado y anunciando su desaparición definitiva.