Un analgésico frente al desempleo
El plan presentado con notorio retraso por el Gobierno López no es, ni mucho menos, el tratamiento prolongado basado en un diagnóstico que el paro, especialmente el paro juvenil, demanda para evitar que el mal se cronifique
EL denominado Plan de Lucha contra el Paro 2012 que el Gobierno presidido por Patxi López presentó ayer, ocho meses después de su anuncio el 24 de junio y con un retraso de cinco meses respecto al momento previsto inicialmente, el Pleno de Política General de finales de septiembre, no puede esconder la evidente ineficacia del Ejecutivo en la materia tras la realidad de que toda actuación, casi cualquier actuación, frente a la lacra del desempleo -con una creciente tasa del 11% en la CAV- es más que necesaria. En primer lugar, el citado plan adolece de una estrechez temporal que le limita hasta el extremo de condicionar incluso su implantación. Si a la notable demora con que se presenta se debe añadir la tramitación parlamentaria y el plazo para su puesta en práctica al mismo tiempo que ya se intuye el final de la legislatura en apenas unos meses, no es aventurado presumir que la presentación del plan es un gesto público al que el propio Gobierno no pretende eficaz en cuanto a los objetivos que se le presuponen a un proyecto de estas características. En segundo lugar y pese a la afirmación de que la dotación económica del plan está "blindada ante futuras coyunturas", ya que el Ejecutivo no contempla nuevos recortes, la evidencia de que las cuentas del Gobierno vasco distan mucho de estar ajustadas a la realidad tras haberse duplicado el déficit previsto por Lakua convierten la afirmación en una mera declaración de intenciones que dependerá de la revisión a que se sometan los presupuestos en un plazo seguramente inmediato. En tercer lugar e incluso sin entrar a valorar la ausencia de la mayoría sindical vasca en la mesa de diálogo de la que ha salido el acuerdo por cuanto dicha ausencia solo tiene origen en una decisión unilateral de los sindicatos que conforman dicha mayoría, lo poco que se conoce respecto a la distribución de la dotación económica del plan se antoja también arbitraria. Solo un 9,3% de los 321 millones son de nuevo cuño y apenas un tercio se detrae de los departamentos de Educación (80) e Industria (32), claves en la lucha contra el desempleo especialmente en el espectro de población más afectado, la juventud, mientras que el resto procede de Lanbide. Dicho claramente, el plan apenas va dirigido a gestionar los efectos del paro y no a luchar contra las causas que lo provocan y que, pese a tener origen supranacional, en Euskadi tienen características propias a combatir. Se entiende, por tanto, que el Gobierno trata apenas de presentar una actuación, aun a sabiendas de su esterilidad, ante el principal "problema real" de la sociedad. El plan es, en todo caso, un analgésico ante la evidencia del inminente final de la legislatura para calmar el quebradero de cabeza del desempleo y no el tratamiento prolongado surgido de un profundo diagnóstico que el paro, especialmente el paro juvenil, demanda para evitar que el mal se cronifique en la economía y sociedad vascas.