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Los tiempos del nuevo tiempo

Aunque se reserve la elección del ritmo a la hora de encauzar la normalización política, también en el amplio espectro ideológico que le aupó al poder, Rajoy ha interiorizado que cuenta con una ocasión y un consenso únicos para alcanzar la paz

LA reunión mantenida ayer en La Moncloa por el presidente del Euzkadi Buru Batzar de EAJ/PNV, Iñigo Urkullu, y el presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, primera en persona desde que este último accediera al cargo, constata a través de las formas, pero también en el fondo que se intuye, cómo el Partido Popular ha empezado a considerar que el nuevo tiempo político abierto en Euskadi tras el "cese definitivo de la actividad armada" por parte de ETA y la apuesta de la izquierda abertzale por cauces exclusivamente políticos, precisa de respuestas diferentes a la hasta ahora sempiterna inflexibilidad vestida con el ropaje de la política antiterrorista. La sutil persuasión que el PNV, y concretamente Urkullu, ha desplegado durante los últimos meses no es ajena a dicha consideración, como no lo es el ofrecimiento desinteresado que, tanto en esta materia esencial para el futuro de Euskadi como en el ámbito de la crisis económica, los jeltzales ofrecieron en su día al Gobierno socialista de Zapatero y reiteran ahora al Ejecutivo popular de Rajoy, por cuanto es desde el diálogo y la colaboración como pueden abordarse los dos pilares sobre los que descansa en la actualidad el desarrollo de Euskadi; también el del Estado español. Aun desde su peculiar modo, pausadamente contemplativo, de entender la acción política; Rajoy ha interiorizado que aquella declaración de "cese definitivo" por parte de ETA, apremiada en cierta forma desde la izquierda abertzale, apremiada a su vez por el PNV tras lograr este el tiempo de cocina necesario ante la inminencia de las elecciones en el Estado y el presumible cambio de partido en el gobierno; le ha situado ahora ante una oportunidad inigualable para alcanzar la paz definitiva. Especialmente porque, a pesar de actitudes no tan lejanas y provenientes de su propio partido, cuenta con el consenso de todos y cada uno de los agentes políticos intervinientes y la cobertura de la comunidad internacional, respaldos con los que hasta ahora no había contado ningún otro Gobierno español a la hora de encarar un proceso de pacificación y normalización en Euskadi. En ese sentido, las mismas declaraciones ayer del ministro de Interior de su gobierno, Jorge Fernández Díaz, aludiendo a una política penitenciaria "individualizada" pero "inteligente que aproveche las oportunidades que la nueva situación ofrece" revelan la consciencia de Rajoy de la ocasión que la actual situación presenta, aun cuando el presidente español mantenga la reserva de los tiempos, del tempo, a la hora de encauzar, también dentro del amplio espectro ideológico que le aupó al poder, la normalización política que se entiende necesaria y que precisará, sin una excesiva dilación, de gestos tan discretos como concretos por parte del gobierno que preside.