Metro, un despropósito
El suburbano no puede permitirse por más tiempo los actuales niveles de ineficacia y mucho menos que estos lleven a los trabajadores a ser blanco de críticas de la ciudadanía y paganos de una gestión que solo se puede definir como nefasta
LA dimisión por motivos no suficientemente aclarados de la hasta ahora presidenta de Metro Bilbao, la exalcaldesa socialista de Basauri, Loly de Juan, y el inmediato nombramiento en su sustitución del director de Participación Ciudadana de Lehendakaritza y anteriormente candidato socialista a la alcaldía y exconcejal de Bilbao, Txema Oleaga, conforman el último de la larga serie de despropósitos que ha venido soportando el suburbano -y en consecuencia los usuarios del mismo- a raíz de la reestructuración de sus órganos de gestión que impuso el Gobierno López pese a la exitosa trayectoria de los anteriores directivos en el que era el transporte público más alabado por los ciudadanos. No es, sin embargo, la extraña salida de De Juan de la presidencia del metro el despropósito, sino que dicha salida se produzca, o se anuncie producida, por un motivo un tanto nimio -aunque de todo punto cuestionable y reflejo de una por desgracia muy extendida forma de actuar en los aledaños del gobierno socialista- en comparación con las abrumadoras carencias y la ineptitud en la gestión que han llevado en los últimos meses al suburbano a un prolongado y persistente conflicto laboral y a motivar un cada vez más evidente enfado de sus usuarios ante el continuado cúmulo de averías e incidencias que padecen y que no son ajenas a errores de procedimiento y carencias de mantenimiento cuyo origen está precisamente en la dirección del suburbano. Como es un dislate que, siendo esa incapacidad para afrontar y corregir dichos errores y sus consecuencias en la calidad operativa del metro producto de una política de ceses y nombramientos que poco tienen que ver con la competencia profesional y mucho con la afinidad política e ideológica o con las necesidades de recolocación de los cargos del PSE tras las sucesivas debacles electorales, desde el Departamento de Transportes dirigido por el señor Arriola y su abusiva actitud en el Consorcio de Transportes de Bizkaia -que llegó a forzar la salida del mismo de los representantes de la Diputación Foral- se incida en el error en lugar de exigir del consejero delegado de Metro Bilbao, Iñaki Prego, y su equipo una solución inmediata a los problemas que su incompetencia ha generado o, en su defecto, proceder a depurar las responsabilidades pertinentes. El suburbano, su consideración popular, en Bizkaia y fuera de ella, no puede permitirse por más tiempo los actuales niveles de ineficacia. Y mucho menos que estos lleven a los trabajadores a ser blanco de críticas de la ciudadanía y paganos de una gestión que solo se puede definir como nefasta. El disparate, en definitiva, no es la dimisión de Loly de Juan de la presidencia de Metro Bilbao, sino que esta sea de momento la única entre los órganos directivos del suburbano.