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Una huelga razonada pero poco razonable

La jornada de paro en el metro hoy, festividad de Santo Tomás, denota una rigidez sindical que encuentra base en la irreflexiva y errada gestión de la dirección del suburbano y en la actitud de los responsables políticos que la nombraron

LA víspera de la jornada de huelga convocada para hoy, festividad de Santo Tomás, por cinco de los seis sindicatos representados en el Comité de Empresa del metro y que amenaza con colapsar el transporte urbano en todo el área metropolitana de Bilbao sirvió ayer para constatar, por un lado, el recrudecimiento de las posiciones de la plantilla del suburbano a raíz de la desmesurada injerencia política, en el fondo y en la forma, desde la más alta esfera institucional de nuestro país y, por otro, para corroborar la coincidencia generalizada en las carencias de la gestión de Metro Bilbao que los sindicatos vienen denunciando y los usuarios padeciendo durante los últimos meses. No se puede negar, en cualquier caso, que la ratificación por una mayoría aplastante de la plantilla del suburbano de su decisión de defender lo que consideran sus derechos laborales a través de la huelga en el día de más afluencia de viajeros de todo el año incluye una carencia de reflexión sindical a la hora de plantear tamaña medida de fuerza y denota cierta indiferencia respecto a su nivel de afección económico-social e incluso una cierta ausencia de flexibilidad. Pero tampoco que la rigidez de la postura de los trabajadores encuentra una base en las posiciones intolerantes de la dirección de Metro Bilbao y de los representantes políticos que la nombraron. Al respecto, la decisión del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco (TSJPV) de anular por "desproporcionados" los servicios mínimos del 60% y el 70% que había dictado el Departamento de Empleo del Gobierno de Patxi López -tras la amenaza de llegar al 90% que efectuó éste- y las nuevas averías precisamente ayer en dos unidades del suburbano en las estaciones de Bolueta e Indautxu -con las consiguientes alteraciones del servicio padecidas por los viajeros- sirven para que la gestión de la actual dirección de Metro Bilbao se vea otra vez reflejada en las denuncias de incapacidad, incumplimiento e intransigencia que vienen realizando los sindicatos y que también se han visto apoyadas desde el ámbito político con la petición de dimisión de quienes han llevado a su primer día completo de huelga en sus 16 años de actividad al que hasta su llegada a la dirección era el transporte público más ponderado por la ciudadanía y con menos conflictividad laboral. No se trata de justificar o denigrar, en virtud de intereses partidarios que son tan ajenos a los trabajadores como a los usuarios, una huelga que puede al mismo tiempo estar razonada en las causas que la promueven y ser poco razonable en sus consecuencias, sino de constatar la realidad del suburbano, los problemas de mantenimiento y de carencias de personal que se han venido detectando y el origen de las mismas en una gestión también irreflexiva y tan errada en las formas como deficiente en sus resultados.