LOS resultados electorales del 20-N dibujaron un mapa político en Euskadi del que las distintas formaciones deben extraer conclusiones tras su correspondiente análisis y reflexión. Las cuatro patas sobre las que se asienta el nuevo escenario derivado de las urnas -nacionalismo vasco representado por el PNV, izquierda abertzale radical junto a sus eventuales compañeros de viaje, derecha española capitalizada por el PP y el cada vez más desorientado socialismo vasco españolista- perfilan un complicado pero apasionante futuro inmediato. Sobre todo, porque en los últimos años se han producido cambios sustanciales en el espectro ideológico, en el tradicional trasvase de votos entre las distintas formaciones y, en fin, en la configuración política del país. Cuatro patas que, pese a todo, no tienen ni la misma longitud ni similar consistencia. La evidencia de que el abertzalismo es una fuerza en auge por voluntad de la ciudadanía ha hecho que muchos reflexionen seriamente sobre su papel. En esta tesitura, algunos partidos parece que ya han tomado nota y han iniciado el correspondiente cambio de rumbo antes de que la terca realidad de Euskadi termine haciendo naufragar su proyecto. Es el caso del Partido Popular del País Vasco presidido por Antonio Basagoiti. No cabe duda de que los populares emprendieron hace ya dos años un cambio de rumbo tras décadas atrapados en el inmovilismo y la estrategia de la confrontación pura y dura y casi sin matices con el nacionalismo en todas sus vertientes atizada por sus líderes Jaime Mayor Oreja primero y María San Gil después. Todo ello -no sería decente obviarlo- sometido el partido a una implacable y cruel amenaza de ETA que se llevó la vida de varios cargos públicos y militantes. En su primera gran decisión de calado, sin embargo, Basagoiti patinó con su apoyo a Patxi López en su empeño por desalojar al PNV de Ajuria Enea. Visto el resultado de aquella operación y vislumbrando la que se le viene encima tras los dos últimos resultados electorales, el PP parece haber reconsiderado la situación y busca reubicarse. Al lenguaje muy distinto -a menudo excesivamente populista y rayando en lo burdo- de Basagoiti se ha unido un cambio de formas y de políticas. La propia reacción popular ante el anuncio del cese definitivo de ETA fue ya un claro síntoma de este viraje. El último episodio -y está por ver si será el último- ha sido el histórico pacto que el PP ha alcanzado con el PNV por el que por primera vez facilitará la aprobación de los Presupuestos de Bizkaia. Un acuerdo que los propios populares consideran que abre "un nuevo tiempo". Es evidente que este nuevo PP busca desesperadamente la centralidad. Pero para ello deberá dejar más pelos en la gatera. De momento, quiere cuadrar el círculo y ser la salsa de todos los platos. Pero debe ser consciente de que Euskadi es una nación madura que pone a cada cual en su lugar.
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