Lo que se juega Euskadi
Las elecciones de hoy marcan un punto de inflexión también para los ciudadanos vascos y sus intereses pese a la propaganda dirigida hacia el bipartidismo, con retos como la salida de la crisis, la consolidación de la paz y el avance del autogobierno
TRAS una larguísima campaña electoral, hoy se abren las urnas para que los ciudadanos, libre y democráticamente, expresemos nuestras opciones políticas en las elecciones generales que configurarán unas nuevas Cortes Generales en Madrid (Congreso de los Diputados y Senado) de las que saldrá un nuevo Gobierno que deberá afrontar grandes retos, quizá los mayores y más complicados desde la reinstauración de la democracia en el Estado. Por ello, y porque en este envite Euskadi se juega literalmente su futuro en todos los órdenes (político, social, económico e identitario), cada voto de cada ciudadano vasco cobra hoy una importancia y una significación especiales. Los vascos, pese a que la inmensa maquinaria de propaganda y mediática se haya empeñado en mostrar lo contrario, tenemos mucho que decir y mucho que aportar en esta situación, especialmente grave pero al mismo tiempo ilusionante y, en cualquier caso, decisiva para el futuro. Es evidente que estas elecciones están marcadas por el contexto generalizado de una grave crisis económica de la que no se vislumbra una salida. Y ahí radica precisamente una de las grandes claves de estos comicios, ya que de la fuerza y la capacidad de influencia de nuestros representantes dependerá en gran parte cuál será la repercusión que tengan las medidas a adoptar hacia Euskadi, cuya situación es, pese a todo, distinta. Además, tanto la CAV como, especialmente, Nafarroa se enfrentan también al reto de romper la creciente y peligrosa tendencia al bipartidismo que en estas elecciones se ha manifestado en toda su crudeza y con todas sus armas mediáticas. La propia realidad de Euskadi, reflejada en las urnas elección tras elección, choca directamente con esa concepción monolítica y expresa una singularidad que también será uno de los factores que hay que tener en cuenta a la hora de emitir el voto. No en vano el avance del autogobierno durante estas tres últimas décadas ha sido posible gracias al trabajo diario e incansable de muchos diputados y senadores vascos en territorio hostil, como se ha comprobado de forma especial en la última legislatura, y será clave también en un futuro próximo. Asimismo, las elecciones de hoy -las primeras sin la violencia de ETA- marcarán un punto de inflexión en la consolidación de la paz aunque no, como muchos quieren hacer creer, por la fuerza que pueda tener la izquierda aber-tzale a través de su marca Amaiur sino, una vez más, por la capacidad de trabajo, de tejer alianzas, de buscar soluciones y de plantear salidas solventes desde Euskadi tanto para la actual situación como para atajar el conflicto político histórico. Más allá de esa a menudo falsa "pugna por la hegemonía abertzale", lo que está en juego es la capacidad real, a ras de suelo, de los vascos para seguir construyendo Euskadi incluso con su trabajo en Madrid o allí donde se jueguen sus intereses como país.