Compromiso con la paz
La sucesión de escenificaciones propagandísticas en el mundo de la izquierda abertzale a menos de dos meses del 20-N hacen temer que se utilice el nuevo escenario y el fin de la violencia de ETA con fines de puro cálculo electoralista
LOS últimos movimientos que se están produciendo en el seno de la izquierda abertzale están centrando la atención tanto de los partidos políticos y sus representantes como de los medios de comunicación. Es lógico que esto suceda, porque hay una expectativa, que se percibe aún lejana pero cada vez más posible, de un escenario de paz en nuestro país después de décadas de una violencia que ha segado vidas, ha destruido bienes, ha envilecido desde el punto de vista ético a un sector de la sociedad y ha envenenado el debate y la práctica de la política en Euskadi. Que esta incipiente esperanza llegue a buen fin es, resulta obvio subrayarlo, una tarea pendiente de ETA, que sigue debiendo la paz a esta sociedad que sigue exigiéndosela día tras día. Pero la política también puede hacer mucho por empujar hacia ese camino que parece encarrilado. Paradójicamente, también la política puede hacer mucho daño. En ese sentido, hay un riesgo evidente que a nadie se le escapa y que merece una reflexión y un compromiso. La cercanía de las elecciones generales del 20 de noviembre puede forzar a algunos a aprovechar la coyuntura y caer en la nefasta tentación de utilizar el tema de la violencia, de ETA y del proceso de paz como elemento electoralista. Es obvio que la izquierda abertzale ha sido tradicionalmente especialista en utilizar los tiempos a su antojo y en beneficio propio. Y los últimos acontecimientos (la adhesión de los presos al Acuerdo de Gernika, la aparición del Grupo de Amsterdam, el último comunicado de ETA comprometiéndose a colaborar con los verificadores internacionales del alto el fuego y la disolución de Ekin) tienen lugar a menos de dos meses de los comicios. Justo ayer, al día siguiente de culminarse todos estas escenificaciones de alto nivel propagandístico, la izquierda abertzale y sus aliados presentaron públicamente su coalición electoral, Amaiur. Altamente significativo. Nadie duda de que en las pasadas elecciones parte del éxito electoral de Bildu se debió a la "campaña gratis" de que disfrutó durante los vaivenes judiciales de su marca. Y es muy posible que pretenda repetir la jugada. Tampoco parece que el PSOE le haga ascos a esta sucesión de acontecimientos que le colocarían como el gran adalid de la derrota de ETA y el único capaz de gestionar su final. De nada sirve el etéreo compromiso entre PSOE y PP de no meter a ETA en el debate electoral: está para quedarse. Y sin embargo es urgente que todos los partidos -todos- acepten y se comprometan a que, como dijo ayer Iñigo Urkullu, se anteponga el bien más preciado de la paz a los réditos y cálculos electorales. Debe ser un compromiso firme, contraído con la sociedad. Un compromiso con la paz. Después, ya vendrá el momento de arriesgar, de trabajar, de sumar en favor de la paz.