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Extemporáneo total

El discurso de López evidenció la vacuidad, falta de iniciativa y alejamiento de la realidad características de su mandato, lo que le lleva a formular conclusiones que el tiempo y el desarrollo de los acontecimientos ya han dado por superadas

EL discurso pronunciado por Patxi López en el Pleno de Política General del Parlamento Vasco volvió a adolecer en sus cincuenta y seis folios de un preocupante alejamiento de la realidad y el tiempo político. Como máximo representante institucional de la Comunidad Autónoma Vasca, López estaría obligado a conocer la primera y dominar el segundo o, en su defecto y al menos, a disimular sus carencias al respecto en el marco de una intervención de tono general que apenas se detuvo en el detalle. Sin embargo, no hizo sino evidenciar la misma vacuidad y falta de iniciativa que le han caracterizado en los casi veintinueve meses de mandato y de manera especial en los tres ejes principales que remarcó un alegato tan carente de propuestas como impreciso. En el primero de ellos, el económico y respecto a la crisis, se atrevió a resaltar algunas de las decisiones que a la postre se han demostrado ineficaces, si no contraproducentes, y a dibujar muy someramente intenciones tan indefinidas que ni siquiera llegan a la concreción con que ya le habían venido siendo exigidas tanto por la oposición como por los diversos agentes sociales y económicos. Hasta el punto de permitirse abogar por el fomento de cualidades (creatividad, perseverancia, autocrítica, esfuerzo...) que son precisamente las que ya se echaban en falta en sus políticas y su discurso y contradecirse a sí mismo en cuanto a los recortes, el bienestar social y la inversión pública. Respecto al segundo eje, el del debate fiscal y su requetepropuesta reforma y las relaciones interinstitucionales, López vuelve a pecar de un profundo desconocimiento de la realidad competencial del país, arrogándose atribuciones que no le corresponden y pretendiendo trasladar el debate sobre la fiscalidad a un Parlamento que no tiene capacidad decisoria en la materia. Finalmente, en el ámbito de la pacificación, López también parece haberse detenido en el arcén del camino por el que circula el proceso, como si tratara con dificultad de reconocer el desarrollo del mismo, y únicamente llega a conclusiones que el tiempo ha dado por superadas. Incluso lo que pudiera parecer única novedad de su propuesta, la defensa de una reorientación de la política penitenciaria con un acercamiento progresivo de los presos, se realiza en vísperas de que la decisión al respecto quede fuera de la capacidad socialista. Si a todo ello se añade lo conocido de su gestión, el retraso legislativo -que le fue achacado de modo directo por la presidenta de la Cámara- y la absoluta distancia entre su visión de la acción gubernamental y la realidad de la misma que se percibe en la sociedad respecto a materias como euskera, sanidad, educación, función pública, empleo... solo cabe concluir que el discurso de López es extemporáneo mucho más allá de la equivocada fecha que figuraba en la copia del mismo (29 de octubre) que se entregó a los medios de comunicación.