EL documento que EAJ/PNV prepara para la Asamblea General del partido jeltzale entre el 13 y el 15 de enero en el BEC, aprobado por unanimidad del máximo órgano de la formación, el Euzkadi Buru Batzar; dibuja en siete propuestas el camino que los nacionalistas vascos pretenden recorrer en los próximos cuatro años para que Euskadi avance como nación y se sitúe en el lugar que le corresponde en Europa y en el concierto internacional. Un camino inserto en un paisaje diferente al que ha venido acompañando a la sociedad vasca y ahora condicionado tanto por la crisis económica global como por la cercanía del ansiado fin de ETA tras dos años sin atentados y uno de tregua unilateral. También por la nueva situación institucional que, por un lado, integra a la izquierda aber-tzale y se expande a los cuatro territorios de Hegoalde y, por otro, es consecuencia del acuerdo logrado por el propio PNV en Madrid para completar, treinta y tres años después, el Estatuto de Gernika en lo que constituye el mayor avance en materia de autogobierno desde la involución provocada por la LOAPA. Un camino que, sin embargo, no es nuevo en sí mismo porque se cimenta en tres derechos fundamentales y en la propia historia del pueblo vasco ya que incardina el fundamento del derecho de autodeterminación contemplado en la legislación internacional -en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y en sendas resoluciones de la ONU- y ratificado por el Parlamento Vasco el 15 de febrero de 1990 con los derechos históricos que ampara la propia Constitución de 1978 a través de su Disposición Adicional Primera y que confirma el Estatuto de Gernika en su Disposición Adicional única; lo concatena con el irrenunciable derecho democrático de las sociedades a decidir por sí mismas y funde todos ellos con el derecho a la libre adhesión de Nafarroa e Iparralde a través también de la decisión de sus respectivos ciudadanos. Se trata, en definitiva, de una actualización del concepto clásico de la asunción inmediata de la independencia a través de una ruptura trasmutándolo en un proceso en el que, por medio del diálogo y la bilateralidad, se consigue una paulatina y diaria minorización de la dependencia hasta dotar a la nación vasca de su propia consideración en el plano internacional. Todo ello a través del propio desarrollo de Euskadi y de la sociedad vasca en un contexto marcado por la situación de crisis globalizada y vinculado al principio de que es a través de ese proceso de disminución de la dependencia y de una paulatina mayor asunción de responsabilidades y capacidades de decisión como se puede afianzar e incrementar los niveles de bienestar a los que el autogobierno, aun siendo limitado, ha contribuido sustancialmente durante las últimas tres décadas.
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