EL regreso de Aralar a su matriz es un paso más hacia la clarificación del hasta hace nada muy atomizado panorama político vasco. Un año da para mucho. El alto el fuego de ETA declarado ayer hace doce meses ha servido para reagrupar la izquierda abertzale que hace una década se fracturó debido a la violencia. La banda armada ha cerrado la persiana pero mantiene la luz encendida, aunque los partidos que engrosan Bildu ponen el acento más en lo que debe de hacer el Estado que en reclamar y presionar a la banda para que desaparezca definitivamente. En el caso de Nafarroa, este reordenamiento del espacio abertzale abre la incógnita sobre el futuro de Nafarroa Bai, después de que EA y Aralar hayan decidido los primeros integrarse en Bildu y los segundos concurrir en coalición con ellos. El tiempo dirá si son engullidas por la antigua Batasuna. La correlación de fuerzas de unos y otros y la cultura política de la antigua Batasuna abonan esta posibilidad. No es el caso de NaBai, cuyos principios fundacionales siguen vigentes y resultan ahora más necesarios que nunca. Más necesarios porque la conformación de Bildu como un frente abertzale contra UPN, PP y PSN, además de reeditar escenarios de frentismo ya superados, no se corresponde con la realidad social y política de la Comunidad Foral, ni con la necesidad apremiante de construir un proyecto plural, transversal y vasquista. En términos de representación de territorialidad y de propuestas de territorialidad, la coalición nabaizale representa una alternativa diferente a la de la izquierda abertzale, priorizando la reivindicación de Nafarroa como sujeto político en la que decide su ciudadanía y defendiendo la singuralidad de Nafarroa. Todo ello le sitúa como la única propuesta política de la Comunidad Foral capaz de alumbrar el necesario cambio que hasta hacepoco propugnaban a los cuatro vientos los antiguos socios de la coalición. NaBai representa mejor que ninguna otra opción política la aspiración de un ámbito de trabajo conjunto entre personas de posiciones abertzales y no aber-tzales, donde tienen cabida, además de los independientes -ahora ya organizados bajo el paraguas de la asociación Zabaltzen-, simpatizantes del PNV y personas de otras formaciones, entre ellas los desencantados de EA y Aralar. Uxue Barkos daba ayer un paso al frente al reafirmar la apuesta de NaBai, pese a la última baja de Aralar. Todos son necesarios, pero nadie es imprescindible en un proyecto que va más allá de los partidos y que, por su propia genética, huye de las tutelas partidarias con la que algunas formaciones han pretendido patrimonializarla. Lo único verdaderamente imprescindible en Nafarroa es precisamente la propia NaBai. Así lo ha demostrado en estos ocho años de andadura en los que ha sido motor del cambio y la esperanza en Nafarroa
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