LOS ciudadanos vascos acuden hoy a las urnas en un ambiente de lógica expectación tras una larga precampaña, una anodina campaña con elementos externos que la han atravesado y, en cierta medida, condicionado -decisiones judiciales, irrupción del movimiento 15-M de "indignados", etc.- y, no hay que olvidarlo, en medio de una grave crisis económica y de la gestión que de ella han hecho las distintas instituciones, sus representantes y sus correspondientes partidos. Porque Euskadi -sus pueblos, sus territorios y el conjunto del país-, se juega mucho en estas elecciones en las que, entre otras cosas, se decide cuál es el modelo que queremos para gestionar del mejor modo posible esta crisis e iniciar la recuperación económica cuanto antes. Ahí es donde se juega el futuro, porque los próximos cuatro años son cruciales para situarnos a la cabeza o quedarnos en la cola y sufrir las duras consecuencias que de ello se derivan, principalmente el paro. Hay cuatro años por delante pero, en efecto, también cuatro años anteriores de gestión que se deben analizar a la hora de optar por un modelo u otro más allá de las promesas electorales coyunturales o los propios programas. Y no solo en el aspecto de la crisis: en las elecciones municipales y forales es donde el trabajo realizado día tras día durante la legislatura, los proyectos impulsados y puestos en marcha o rechazados cobra, si cabe, mayor importancia para el ciudadano, destinatario final de esa gestión institucional. Además, estos comicios tienen lugar con otras incógnitas por despejar. Una de ellas es el respaldo que obtendrá Bildu tras la campaña gratuita de la que ha disfrutado, en las primeras elecciones en mucho tiempo en las que la izquierda abertzale tradicional puede presentarse con plena legalidad. Otra cosa será cómo gestionan entre la amalgama que compone esa coalición la representación que obtenga en cada institución. De momento, Bildu apenas ha superado la primera fase -su legalización- y no ha profundizado en aportar propuestas más allá de su oposición a diversos proyectos estratégicos. Aunque su papel en algunos casos se prevé clave, deberá poner a prueba su capacidad de maniobra y su posibilismo a la hora de alcanzar pactos. Otra de las claves de estas elecciones será también la respuesta social en forma de voto al pacto PSE-PP que hizo posible la llegada de Patxi López a Ajuria Enea y su traslación a la política municipal y foral. Fue el propio López el que abogó por extender la fórmula del cambio al resto de instituciones y nada hace sospechar que no vaya a ser así allí donde populares y socialistas sumen una mayoría suficiente, con todo lo que ello conlleva. Euskadi, en definitiva, se juega mucho en estas elecciones donde los pactos no están cerrados y donde cada voto -como se ha demostrado en muchas ocasiones- cuenta.
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