mAÑANA, 1 de marzo, se cumplen dos años de las elecciones al Parlamento Vasco tras las que, pese a la contundente victoria del PNV en las urnas, Patxi López fue aupado a la Lehendakaritza después de suscribir un insólito pacto de hierro con el PP que había negado hasta la víspera misma de los comicios. Estamos, por tanto, en lo que se denomina el ecuador de la legislatura de López. Es tiempo de balance. De sopesar no solo la gestión socialista -que, evidentemente, también- sino además su actitud, sus políticas, su impacto en la sociedad vasca, su liderazgo en todos los ámbitos. Con frecuencia, y mucho más aún en estos momentos en los que toca analizar y hacer balance, tanto el PSE y su "socio preferente" el PP como los medios de comunicación complacientes o que apoyan al actual Gobierno vasco se afanan en rebajar u ocultar, inútilmente, los graves errores y el fracaso evidente de gestión de López bajo el tramposo argumento de que al Ejecutivo socialista se ha hecho con la administración del país en unos momentos muy difíciles de grave crisis económica, por lo que habría que ser condescendientes con la labor realizada. No deja de ser cierto, pero no es toda la verdad y, en cualquier caso, era algo no solo bien conocido de antemano, sino abundantemente advertido antes de la operación del cambio. La crisis ha podido incidir en la capacidad económica del Gobierno -y de todos- pero no en otros aspectos y menos aún en la capacidad de gestión de la propia crisis, en la de liderazgo social y en las políticas llevadas a cabo en áreas como la educación, la cultura o el euskera. López llegó a Ajuria Enea con el mensaje del cambio, de la transversalidad, del fin de lo que, haciendo seguidismo de los más radicales antinacionalistas, denominaba la política de impunidad con el terrorismo, del fin de los debates identitarios y, en fin, de afrontar la crisis creando empleo. Visto el resultado, hay que concluir que estamos ante dos años perdidos. Perdidos para poner en marcha los instrumentos necesarios para paliar los efectos de la crisis, perdidos para la generación de empleo (un 35% más de paro que en 2008), para las inversiones. Dos años en los que el autogobierno lo ha tenido que reforzar el partido que ha sido desalojado del Gobierno, el PNV. En los que la Cultura, la Educación y el euskera han sido motivo de enfrentamiento por una política basada en la imposición y la asimilación identitaria española y en la que se ha pretendido destruir todo lo construido durante tres décadas. Dos años en los que el deterioro de los servicios sociales y de la otrora puntera y envidiada Sanidad pública vasca está preocupando incluso a los afines a López. Por no hablar del flagrante incumplimiento de su propia hoja de ruta y del programa legislativo. Dos años desperdiciados para una amplia mayoría social de Euskadi.
- Multimedia
- Servicios
- Participación
