Síguenos en redes sociales:

Fusión y autonomía financiera

El empecinamiento del Gobierno López, incluso ante las recomendaciones del Gobierno español, en resistirse a la unión completa de las tres cajas vascas sólo puede tener origen en el mismo interés de control político de su proyecto de ley de cajas

EL hecho de que el Gobierno español, inmerso en la reforma del sector financiero, se haya dirigido al Ejecutivo vasco para aconsejarle apoyar una fusión de las tres cajas de ahorros vascas con el fin de configurar una entidad de mayor tamaño y relevancia pero con similar solvencia lleva a cuestionar los verdaderos motivos por los que el PSE -y el consejero de Economía del gobierno socialista, Carlos Aguirre- han mostrado hasta el momento reticencias a la operación y apostado por una unión relativa o fusión fría de dos o las tres entidades de previsión de Araba, Bizkaia y Gipuzkoa. Y también a preguntarse por qué si el PP también se ha mostrado partidario a una concentración de las cajas de ahorros en el Estado no termina tampoco de decantarse por ella en Euskadi. De momento, BBK, Kutxa y Vital han sido prácticamente las únicas junto a Ibercaja que han evitado el proceso de fusiones merced a una mejor situación financiera que el resto, situación que tiene su origen en la profesionalidad de la gestión y en las peculiaridades organizativas que, sin embargo, el Gobierno López y su socio preferente tratan de alterar con el único fin de restar presencia al PNV -y aumentar la suya- en los órganos de gobierno. Al pretenderlo, obvian, en cualquier caso, que la realidad de la actuación de las cajas vascas hasta el momento ha estado caracterizada por su enorme autonomía en comparación con otras entidades del Estado en las que populares y socialistas sí han tenido capacidad de decisión. Y baste como ejemplo de esa autonomía el rechazo por la asamblea de Kutxa a la fusión con BBK en 2008 pese a que los consejos de ambas entidades estaban de acuerdo en la misma y como prueba cercana de lo contrario que sólo una decisión política del PSE impidió en su momento la fusión de las tres cajas vascas cuando contaba con el apoyo explícito de los presidentes de las tres entidades, Xabier de Irala, Carlos Etxepare y Gregorio Rojo, en 2005. No se trata, por tanto, de un intento de despolitización de las cajas vascas sino precisamente de todo lo contrario mediante una alteración ilógica de la representación que, exacerbada hasta el punto de conceder presencia a otras instituciones del Estado en virtud de las sucursales implantadas, como se ha llegado a apuntar, podría derivar en una minoración de la capacidad de decisión de la sociedad vasca en las propias cajas que ha contribuido a crear y desarrollar a lo largo de décadas. Y también en este sentido la fusión de BBK, Kutxa y Vital no sólo fortalecería el futuro del sistema financiero vasco con la aportación de la entidad resultante, que se situaría entre las más potentes del Estado, sino que supondría una salvaguarda ante el riesgo de bancarización que lleva implícito una fusión fría y también ante la posibilidad de una traslación de parte de su capacidad decisoria fuera de Euskadi.