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La estandarización identitaria

Los ejes de acción de los dos gobiernos formados en Hegoalde por la "sociedad" de los partidos estatales buscan minorar la singularidad cultural y lingüística y su efecto no debe desdeñarse, especialmente si amplían su influencia institucional

LA negativa de UPN, PSN y CDN en el Parlamento de Navarra a la actualización de la Ley del Vascuence, que este año cumplirá 25 años, y a extender la oficialidad del euskera en toda la Comunidad foral; el anuncio por el PP de que enmendará en el Congreso de los Diputados la aprobación de la denominación oficial en euskera de los tres territorios históricos de la CAV lograda por el PNV; el inicial ostracismo de los consejos asesores que deberían guiar al Gobierno del PSE en sus políticas lingüísticas y culturales, la posterior y peculiar conformación de estos y su denunciada actual inoperanacia práctica; la silenciosa pero persistente marginación de cualquier matiz idiomático o cultural que desde el ámbito de la entente política formada por PSE y PP se pueda entender como diferenciador respecto a la oficialidad estatal; la política tendente a minusvalorar la educación en euskera mediante la potenciación de otros modelos y a homologar al alumnado con el credo constitucional; la infravaloración del uso del euskera en la administración; la utilización de los medios de comunicación públicos en el afán homogeneizador respecto al Estado; la desidia gubernamental a la hora de reivindicar, defender y emplear las herramientas diferenciadas del autogobierno vasco y en dar virtualidad a la relación socio-cultural (e incluso política) de la Comunidad Autónoma vasca con la Comunidad Foral de Navarra contemplada en la realidad estatutaria... En definitiva, todos y cada uno de los ejes de la acción de los dos gobiernos que se han formado en Hegoalde con la colaboración de socialistas y populares y la propia ambición política de las delegaciones en Euskadi de los dos partidos mayoritarios a nivel estatal responden a un único objetivo: la normalización de Euskadi dentro del Estado español, es decir, su homogeneización dentro de los estándares identitarios -entendida la identidad como consecuencia de una diferencia cultural y lingüística- de la comunidad estatal aun a costa de contradecir los deseos de la mayoría social vasca, incluyendo en ella a sectores que no necesariamente trasladan dicha diferencia a una ideología política concreta. Y aunque ese empecinado sirimiri de iniciativas homogeneizadoras pueda entenderse fracasado por la respuesta social -ahí están, por ejemplo, el aumento de matriculaciones en la educación en euskera en Nafarroa, el uso mayoritario de los topónimos y las denominaciones, la respuesta del mundo educativo a esas políticas en las elecciones sindicales, la realidad de la estrecha ligazón social, comercial y cultural de las dos comunidades autónomas...- no debe desdeñarse en cuanto a sus efectos a medio plazo, especialmente si la colaboración política de quienes entienden la realidad vasca como subordinada al diseño del Estado logra ampliar su ámbito de influencia institucional.