La Encuesta de Población Activa (EPA) hecha pública ayer por el Instituto Nacional de Estadística (INE) permite dos consideraciones distintas, una al respecto del desempleo en Euskadi y otra sobre la situación en el Estado español, que sin embargo acaban por plantear análisis tan similares de cara al futuro como las políticas empleadas por sus dos gobiernos socialistas aun cuando la tasa de paro vasca se mantiene mucho más cerca de la media europea y en la mitad de la estatal. En Euskadi, la EPA ha venido a confirmar el aumento de parados en el último trimestre, dejando en evidencia la postura oficial del Gobierno vasco respecto a la encuesta de Población en Relación a la Actividad (PRA) que el Eustat hizo pública hace sólo una semana. El pasado día 20, Javier Ruiz, viceconsejero de Empleo del Ejecutivo que preside Patxi López, se permitió cuestionar la veracidad de los datos aportados por el Eustat, que se resumían en 11.700 nuevos desempleados durante los últimos tres meses de 2010. El INE, ayer, situaba ese aumento en 10.600 parados, mientras que el adelanto del Ministerio de Trabajo español, el 4 de enero, había situado el aumento en 7.760 desempleados. Es decir, las tres estudios constatan, a través de distintos procedimientos estadísticos, la destrucción de empleo en la CAV pese a que el Gobierno vasco anunciara primero y tras el verano una recuperación y aunque, quizás obligado por su errónea previsión, se haya empeñado después en negar la evidencia -tal y como hizo en su día Zapatero en España- que se traduce en una tasa de paro del 10,8%, más de dos puntos por encima de la de hace dos años. Cierto es que la situación es envidiable si se compara con la del Estado español, donde se ha alcanzado un récord histórico en el número de desempleados con 4.696.600 parados al cerrar el año pasado y una tasa de paro del 20,33% que en las últimos dos décadas sólo ha sido superada, aunque con menor número de desempleados, en el periodo 1994-1996. Pero empieza a ser preocupante que Euskadi sea incapaz de invertir la tendencia cuando otras economías del entorno europeo y de similares características a la vasca ya han iniciado una recuperación. Sin olvidar que las previsiones para este primer trimestre de 2011 tampoco ofrecen cifras positivas. Así que sólo cabe deducir que ni las políticas económicas y de empleo del Gobierno español ni la mimética traslación de las mismas realizada por el Ejecutivo López funcionan, que la reforma laboral no solo no ha conseguido incentivar la contratación sino que tampoco ha logrado invertir la inclinación a la destrucción de empleo y, por tanto, que es necesario y ya urgente desarrollar un nuevo modelo productivo, que en el caso de Euskadi era y es además incipiente, mediante el diseño y puesta en práctica de mecanismos estructurales que hasta el momento sólo se han echado en falta.
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