La necesaria unilateralidad
El contenido del ya largamente esperado y al parecer previsible comunicado de ETA debe dejar claro que la decisión de poner fin a la práctica de la violencia depende única y exclusivamente de ella misma, no de lo que puedan hacer otros agentes
ES probable que nunca un comunicado de ETA haya sido esperado con tanto interés mediático y tanta ansiedad política como el que se viene pronosticando para estas fechas desde hace meses. Por más que los firmantes del Pacto Antiterrorista pretendan aparentar desdén o escepticismo, no cabe duda de que ETA se la juega con este comunicado. Se la juega asimismo la izquierda aber-tzale ilegalizada que, a trancas y barrancas, ha llegado a apostar unilateralmente por la defensa de su proyecto político con las exclusivas vías de la democracia. Se la juegan, de algún modo y a otro nivel, el resto de formaciones políticas que, en su caso, deberían readecuar las estrategias a un escenario sin terrorismo. Y se la juega también y muy especialmente la sociedad vasca que ha sufrido tan de cerca las consecuencias del terror y que tiene derecho a un futuro en paz. Por todo ello, es lógica la expectación sobre lo que ETA vaya a decir en el ya largamente esperado comunicado. Y es necesario que en él aclare, de una vez por todas, si va a optar por la unilateralidad. Es decir, si el cese de la lucha armada -que es de suponer acepte de manera "permanente" y "verificable" y debe incluir también el final de la kale borroka y de la extorsión y las amenazas, como apuntó el propio Rufi Etxeberria la semana pasada- va ser una decisión tomada por ETA sin condiciones y que no va a estar supeditada a lo que por su parte y en correspondencia hagan otros agentes. Una decisión unilateral, según el Diccionario de la Lengua, equivale a "la que afecta solamente a una parte", en este caso a ETA, que decide por sí misma, sin condicionar dicha decisión a contrapartida alguna. Porque es esta característica, la unilateralidad, la que puede hacer creíbles los calificativos de "permanente" y "verificable" exigidos por los mediadores internacionales y los firmantes del Acuerdo de Gernika. Para que verificable pueda ser interpretado como irreversible es necesario que ETA deje claro que el paso histórico que va a dar no es otra cosa que el cese unilateral de su actividad armada, eso que los ocho presos decían en la entrevista publicada ayer mediante la expresión diáfana y terminante de "la decisión definitiva de dejarlo". La bilateralidad en esa decisión, también definida en el diccionario como "relativa a los dos lados, partes o aspectos", indicaría un alto el fuego condicionado a lo que el otro -se supone que el Estado- vaya a hacer, lo que supondría repetir la ya conocida pretensión de tutelaje y, en consecuencia, reproducir la frustración en el seno de la propia izquierda aber-tzale ilegalizada y en toda la sociedad vasca. A estas alturas, ETA no puede escudarse en la dialéctica. Debe aportar nitidez y rotundidad. Su comunicado, además de relevante, debe ser suficiente, cualidad que respecto a la violencia sólo se alcanza con su desaparición definitiva, con el denominada cierre de persiana.