PARECE que ETA ha adoptado el procedimiento de ir dando a conocer en pequeñas dosis cuáles son los movimientos que está dispuesta a hacer para acompasar su estrategia a la de la izquierda abertzale ilegalizada y su apuesta "por las vías exclusivamente pacíficas y democráticas". En la tarde de ayer, el anticipo del nuevo comunicado en el que se apuntaba el compromiso de ETA con la Declaración de Bruselas se antojó, en un primer momento, esperanzador porque, enunciado de ese modo, parecía responder afirmativamente a los reiterados emplazamientos que se le han hecho para dar a la suspensión de acciones ya anunciada el carácter de permanente y verificable. A la espera de conocer hoy el contenido real y completo del comunicado, enviado esta vez a Gara y Berria, puede deducirse de lo adelantado ayer que ETA mantiene su tensión interna para no quedar definitivamente descolgada de la dinámica impuesta por el sector civil del MLNV hacia un proceso democrático en el que no tiene cabida la lucha armada. Si hace quince días los portavoces de ETA anunciaron una renuncia a las "acciones armadas ofensivas" decidida "hace unos meses", ahora dan a conocer su "compromiso" para analizar conjuntamente con los firmantes de la Declaración de Bruselas los pasos que en el inmediato futuro, incluyendo los suyos propios, se deben dar de cara a "alcanzar la solución del conflicto". En ese ritmo lento, vacilante y exasperante que puede indicar tanto indecisión como arrogancia, ETA dice ahora que está dispuesta a sentarse con los mediadores internacionales y discutir con ellos cuál debería ser el camino, aunque ya adelanta que debe ser negociado y con compromisos de todas las partes. Es decir, ETA acepta someterse al debate con los mediadores internacionales, pero no aclara si ello implica una suerte de verificación de su inactividad y en cualquier caso no deja de ser una concesión petulante tratándose, como se trata, de quienes son sus principales valedores para lograr una solución a su incierto futuro, una solución que evite el concepto de derrota que exige la derecha española. Ha movido ficha ETA, es cierto, pero ha vuelto a hacerlo con la parsimonia del jugador de ajedrez, actitud que, aunque lo disimulen, pone de los nervios a los dirigentes de una izquierda abertzale ilegalizada que necesita ganarle tiempo al tiempo. Menos es nada, dirán los optimistas, pero lo que a ETA le queda por andar es todavía mucho para que sus indefinidos comunicados sean tenidos en cuenta como avances en el camino que le exige la sociedad vasca. De todas formas, este parece que va a ser el ritmo y el guión de esta novela por entregas que ETA parece dispuesta a imponer a Euskadi y de la que desconocemos si el final es el que desea la inmensa mayoría de la sociedad vasca y también de la izquierda abertzale ilegalizada: el final de la violencia, la disolución de ETA.
- Multimedia
- Servicios
- Participación
