Nuevo curso, asignaturas pendientes
La intensa nueva etapa política que se abre tras las vacaciones y que concluirá con los comicios locales y forales de mayo, se inicia con el reto de los Presupuestos, donde Zapatero necesita apoyos para no caer y tener que convocar elecciones
el inminente inicio del mes de septiembre anuncia tradicionalmente el arranque de un nuevo curso político, que este año será especialmente intenso tanto en el Estado como en Euskadi. Estos días, los partidos políticos y sus dirigentes se afanan en perfilar sus estrategias y discursos para afrontar esta nueva etapa, caracterizada aún por la persistencia y las consecuencias de la crisis económica -aunque con mejores perspectivas- y que concluirá en el mes de mayo con la decisiva convocatoria a las urnas para ayuntamientos y Juntas Generales -si es que no hay elecciones generales anticipadas-, todo ello a la espera de los movimientos dentro de la izquierda abertzale y la decisión que pueda adoptar ETA. En esta coyuntura, el asunto más urgente a resolver se sitúa en Madrid, donde el presidente español, José Luis Rodríguez Zapatero, ha dejado para septiembre -como los malos estudiantes- la asignatura pendiente de la negociación de los Presupuestos Generales del Estado. Unas cuentas trascendentales en la actual situación de crisis y donde el Gobierno socialista no cuenta con ningún apoyo salvo el de su propio partido. Con sentido común, Zapatero ha mirado hacia el PNV, cuyos diputados le pueden dar la mayoría suficiente para aprobar los Presupuestos, pero a cambio de un compromiso firme con el autogobierno vasco. En la apertura del curso político, el presidente jeltzale, Iñigo Urkullu, ha avisado, sin medias tintas, de que el apoyo nacionalista a las cuentas de Zapatero pasa imperiosamente por el impulso del autogobierno, al tiempo de que advirtió también del nefasto papel que intenta jugar Patxi López, que, férreamente embridado por el PP de Basagoiti en virtud de su pacto, pretende interferir y entorpecer la negociación en defensa de sus propios intereses en detrimento de los generales. Lo que los socialistas vascos llaman "amenazas" y "chantajes" (José Antonio Pastordixit) no es sino la exigencia de un compromiso firme por el Estatuto y su pleno desarrollo. Resultaría curioso que el Gobierno español estuviera dispuesto a ir incluso más allá que los socialistas vascos en esta materia. Sólo así puede entenderse que el portavoz del PSE diga que van poco menos que a vigilar y tutelar las negociaciones en Madrid con el PNV "para que se hagan en condiciones de normalidad y de sentido común". Un sentido común que debería aplicarse a la que se supone va a ser la próxima transferencia de políticas de empleo, una competencia que los socialistas vascos pretenden asumir mutilada y convenientemente cepillada por interés partidista. El presidente español es consciente de que se juega su propio futuro y de que si no consigue un apoyo para sacar adelante los Presupuestos -algo de lo que ha sido incapaz hasta ahora- habrá acabado su etapa política al frente de su Gobierno.