DESDE que Rusia lanzó sus ataques contra Ucrania, este país ha sido objeto de oleadas de simpatía y solidaridad, pero la supervivencia de Ucrania como nación independiente está tan amenazada como el primer día.

El riesgo de que su población se vea diezmada y sus estructuras económicas seriamente dañadas se une a la amenaza a la independencia y casi hasta la supervivencia de Ucrania.

La buena voluntad y simpatía occidentales han influido en la valoración de los hechos y las expectativas, de forma que hoy en día está muy extendida la esperanza de que los ucranianos consigan superar esta época de ataques rusos e incluso consolidar sus esfuerzos por alejarse de la órbita rusa y entrar en el ámbito occidental.

La realidad es diferente y las perspectivas a que se enfrenta el gobierno ucraniano son más bien negativas: Rusia, después de sus primeros movimientos militares, parece hacer recuperado fuerzas y, contrariamente a lo que muchos esperaban, el gobierno de Vladimir Putin ha salido reforzado, de forma que su gobierno goza ahora de índices de popularidad superiores al 70%, mucho más que antes de la contienda.

Incluso la propaganda rusa, de que estaba luchando contra el fascismo, ha sido aceptada por amplios sectores de la sociedad rusa, aunque en general hay una cierta apatía y lo que más interesa al ciudadano ruso de a pie es no tener sanciones y seguir tranquilamente con su vida.

Es algo que, por el momento, no ha conseguido logrado Putin: la abundancia de suministros a que estaba acostumbrada la población ha desaparecido, o bajado de calidad. Pero en cambio sí ha logrado que la gente se arremoline en torno a suyo y acepte su versión de que es preciso defender la amenazada integridad del suelo patrio.

Hay opiniones contrarias entre la población más preparada, pero se trata de un porcentaje pequeño y por ahora no parece probable que pueda contrarrestar las acciones de Putin ni el gran apoyo que ha despertado en la mayoría de los rusos.

¿Desgaste de la imagen de Putin?

Si la guerra siguiera reduciendo el nivel de vida del país, existe una posibilidad de que la imagen de Putin sufra un desgaste que acabe beneficiando a Ucrania, pero la historia rusa sugiere que ocurriría justamente lo contrario y que la población se arremoline en torno a su líder.

Ucrania, entre tanto, tiene que sobrevivir con una capacidad de resistencia limitada, tanto porque sus arsenales en armamento son insuficientes, como por un terreno llano que no sirve para ofrecer resistencia a ningún invasión, de forma que su único recurso para contrarrestar en alguna forma los ataques rusos es el armamento occidental que ha dado grandes resultados, pero le llega a cuentagotas, especialmente por razones geográficas que favorecen a Moscú, y exige un entrenamiento que los soldados ucraniano no tienen.

Rusia, además de una población varias veces mayor que la ucraniana, además de un ejército y unos arsenales militares mucho mayores que los ucranianos, cuenta con la insuperable ventaja territorial: Rusia es mucho más vasta y permite retiradas, despliegues y reorganizaciones ilimitadas, mientras que las planicies ucranianas son difíciles de defender y ofrecen a Moscú la posibilidad de arrasarlas. Y, lo que todavía es más grave y preocupa a los vecinos de Ucrania, la geografía le permite a Rusia alcanzar otros países en el caso de que Putin desee reconstruir el imperio soviético.

La falta de preparación técnica y la malversación de recursos del Ejército ruso tienen un efecto en la opinión del mundo occidental que no corresponde a lo que ocurre en Rusia, donde hay una gran tolerancia para la destrucción y la pérdida de vidas, de forma que las acciones militares ordenadas por Putin no tienen en su país las repercusiones negativas que vemos –y esperamos– en el mundo occidental.

La consecuencia hasta el momento ha sido un gran número de bajas en las filas ucranianas, además de la pérdida de territorios en la parte occidental del país. Y por mucho que Ucrania goce de simpatías internacionales, no son suficientes ni para aumentar sus arsenales de manera rápida ni para contrarrestar la superioridad en números, tanto de soldados como de armas, del ejército ruso.

Ucrania, vuelta al redil de su geografía

Cada vez se extiende entre los observadores norteamericanos la idea de que Ucrania tendrá que volver al redil de su geografía, renunciar a sus ambiciones de sumarse al bienestar y las libertades occidentales y convivir con las realidades que le ha impuesto el vecindario en que se halla.

Tal vez así consiga por lo menos salvaguardar la independencia de parte de su territorio y sobrevivir como nación independiente, aunque obligada a una neutralidad impuesta por Moscú y reducida territorialmente en su parte oriental.

Si tiene mucha suerte, tal vez consiga mantener el puerto de Odessa y las actividades económicas de esta región, pero siempre bajo la vigilancia –y la amenaza–, de Moscú.