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Así se las ponían a Fernando VII

Inglaterra lo ha tenido todo a favor para ganar su primera Eurocopa y en Italia fantasean con vivir un día de fábula en los templos de Wembley y Wimbledon

Así se las ponían a Fernando VIIAFP

A Fernando VII, uno de los reyes más impresentables de los últimos siglos, le gustaba mucho jugar al billar y, casualidades de la vida, siempre ganaba, para asombro y de sus contrincantes, que por si acaso dejaban las bolas a huevo para que el borbón las embocara sin mayor sofoquina. En una Eurocopa con once sedes da la casualidad que Inglaterra ha jugado cinco de sus seis partidos en Wembley, su templo y escenario, casualmente también, de la gran final del torneo. La quinta ola de la pandemia sigue atizando con fuerza Londres, pero las autoridades británicas han permitido la asistencia de 60.000 espectadores. Como también da la casualidad de que los italianos no pueden viajar al Reino Unido por culpa del covid-19 a la UEFA, organizadora del evento, no le queda otro remedio que llenar esos 60.000 asientos con gente del lugar, casualmente ingleses, que probablemente jaleen hasta desgañitarse a la tropa de Gareth Southgate. Si a todo esto se añade la suerte de aquel penalti a Sterling en plena prórroga de la semifinal ante Dinamarca sancionado sin rubor alguno por el neerlandés Danny Makkelie para asombro del orbe fubolístico y que el equipo de los tres leones tiene muy buena pinta se puede concluir de manera taxativa que si Inglaterra no gana hoy la primera Eurocopa de su historia... (la Torre de Londres está cerca de Wembley).

La fervorina en Inglaterra es tan grande que el primer ministro británico, Boris Johnson, estudia conceder un día festivo cuando se levanten las restricciones por la covid para celebrarlo como dios manda y se calcula que hasta ocho millones de personas no irán el lunes al trabajo al haber pedido el día libre para recuperarse de los estragos que causarán los previsibles festejos, para mayor gloria de Inglaterra y del brexit.

Inglaterra, el inventor de este apasionante deporte, nunca ha ganado nada importante, salvo el Mundial en 1966 que organizó y gracias, casualmente también, a un escandaloso gol fantasma en la final frente a la República Federal de Alemania.

En Italia, lejos de dejarse intimidar por este panorama, tienen fundadas esperanzas de trasladar el jolgorio a Roma. Para empezar, los jugadores de Roberto Mancini están liberados de presión, o por lo menos no la sienten con tanto peso como sus colegas ingleses. Hay que tener en cuenta que la selección italiana ni tan siquiera se clasificó para el Mundial de Rusia 2018 y ahora están en la final de la Eurocopa después de disputar un gran torneo.

Al fenómeno futbolístico se añade el tenis, pues el mismo día y por primera vez en la historia un italiano, Matteo Berrettini, va a jugar la final del torneo de Wimbledon, aunque enfrente tendrá a Novak Djokovic, que son palabras mayores. El Corriere dello Sport tuvo la ocurrencia de de poner Wembledon para titular una jornada tan especial para el deporte italiano, mezclando los dos santuarios donde sueñan dar el golpe, Wembley y Wimbledon.

En el aspecto deportivo, tanto Southgate como Mancini es probable que repitan el once de semifinales. Y es probable también que Inglaterra vuelva a ser igual de rácana como ante Dinamarca y que Italia rescate su atávica visión del juego: resistencia atrás y buen sentido del contraataque.