Tropas militares, agentes de la Policía de Frontera y fuerzas de la Administración Civil israelí derribaron cuatro viviendas en la aldea de Beit Kahil, cerca de la ciudad cisjordana de Hebrón.

Según la portavocía militar, las casas eran los domicilios de las cuatro personas que "formaron parte del escuadrón" que mató el pasado agosto a Dvir Sorek, un soldado de 19 años que fue hallado muerto cerca de la colonia de Migdal Oz tras ser apuñalado, y que no vestía su uniforme militar en el momento del crimen.

Los sospechosos de su muerte fueron detenidos pocos días después y las autoridades israelíes comunicaron a sus familias los planes de demoler sus viviendas.

Estas apelaron al Tribunal Superior de Justicia contra las órdenes de demolición, pero la corte rechazó su petición.

Docenas de palestinos intentaron impedir esta noche los derribos, tras los que se registraron enfrentamientos con el Ejército israelí, que respondió con medios de dispersión antidisturbios.

"Desafortunadamente, no podemos asegurar que no habrá más terror, pero podemos asegurarnos de que los terroristas paguen un alto precio", declaró el ministro de Defensa israelí, Naftalí Benet, en un comunicado en el que dio la bienvenida a las demoliciones.

Israel mantiene que la práctica de demoler casas de atacantes es un método efectivo para desalentar futuros ataques, aunque es criticada por grupos de derechos humanos que entienden que se trata de una forma de castigo colectivo.