Uno de los indicadores que mejor describe la evolución a largo plazo de una economía es la productividad. “Mide la cantidad de un bien o servicio que se produce con ciertos recursos y en un tiempo determinado, es decir, teniendo en cuenta el capital utilizado y las horas de trabajo”, define el Banco de España. Un reciente informe elaborado de forma conjunta por la Fundación BBVA y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Ivie) destaca que, mientras la productividad del capital ha caído en lo que va de siglo en el Estado, la relativa al trabajo se ha incrementado.

No obstante, la llamada productividad total de los factores (PTF) -una medida más amplia que tiene en cuenta la eficiencia en la utilización de todos los elementos de producción, incluyendo también tecnología y recursos naturales- arroja desde el año 2000 a 2022 una caída del 7,3%. Se trata de un dato que contrasta, por ejemplo, con la subida del 15,5% en Alemania o la más modesta de Francia (0,8%), por citar a las dos economías más importantes de la UE. Pero también esconde otras lecturas que, en clave temporal y territorial, reflejan realidades más optimistas.

Así, por ejemplo, el detallado estudio de BBVA e Ivie recoge que, entre los años 1995 y 2013, la tasa media de variación de la PTF en el Estado fue negativa (-0,7%), algo que cambió en el período entre 2013 y 2019, con un alza del 0,3%. Las causas del declive del primer tramo se encuentran, como destacan los autores, en el hecho de que la “excesiva acumulación de activos inmobiliarios -residenciales y no residenciales- durante el boom” sigue lastrando la productividad, con consecuencias negativas que se perciben aún a día de hoy.

Tras la Gran Recesión de la década pasada, “el patrón de crecimiento se normalizó en la mayoría de los sectores y el PIB creció entre 2013 y 2019 un 2,3% de media anual, impulsado tanto por las contribuciones del capital y del trabajo como por la PTF, que volvió a crecer”. Sin embargo, la crisis provocada por la pandemia afectó profundamente a los distintos factores implicados en la productividad, provocando un descenso en la PTF del 5,1% en 2020. No obstante, indica el informe, “gracias a las políticas públicas de control de daños adoptadas en la mayoría de las actividades, la recuperación tras la pandemia se ha logrado más rápidamente que en la crisis anterior”, y entre 2021 y 2022 la PTF ha registrado un crecimiento acumulado del 2,8%.

En Euskadi, la tasa media de variación de la PTF entre los años 1995 y 2021, aunque es negativa (-0,08%), está más próxima al cero porque el VAB (Valor Agregado Bruto) y los factores productivos crecen a ritmos similares, lo que no ocurre en el conjunto del Estado, con una tasa media de variación con una mayor caída (-0,57%).

En el período 2013-2019, el porcentaje de incremento medio de la PTF en la CAV fue superior al de la media española (0,62% frente al 0,3%), si bien en el bienio 2019-2021, por el efecto de la pandemia, sufrió una caída más severa (-2,2%) que en el conjunto del Estado (-1,8%).