El gerente de la Organización de Productores de Pesca de Altura de Ondarroa-OPPAO, Mikel Ortiz, aseguró ayer lunes que la prohibición de pescar en aguas francesas del Golfo de Bizkaia ha dejado “tocada” a la flota, a la que ocasionará cuantiosas pérdidas económicas.

Como consecuencia de esta decisión, los buques pesqueros de más de ocho metros de eslora que utilicen artes de arrastre de fondo a la pareja, cerco, artes menores de enmalle y o enredo, volanta y rasco no podrán faenar desde ayer lunes y hasta el 20 de febrero en aguas francesas del Golfo de Bizkaia.

Ortiz afirmó que la prohibición, que afectará a 41 barcos, cuatro en Euskadi, supone “un palo importante” al producirse durante los meses de mayores capturas.

El gerente de esta agrupación de pesca de altura señaló que, como consecuencia de la veda, dos de los cuatro barcos de Ondarroa que pescan habitualmente en estas aguas -el Kaxu y el Kaxarra- se han visto obligados a permanecer amarrados en puerto, por lo que dejarán de ingresar 500.000 euros en las cuatro semanas de la veto.

Los otros dos barcos de la flota de la OPPA afectados por esta medida han podido seguir pescando, según señaló, en el resto del litoral cantábrico. Ortiz lamentó que dejarán de llegar a las pescaderías 120.000 kilos de pescado, por lo que subirá su precio, cuyo consumo ha experimentado un descenso de un 25% en los últimos 20 años, además de incrementar la dependencia de las importaciones, complicar la ingesta de una dieta saludable y dificultar el relevo generacional en el sector pesquero.

Por otra parte, censuró que, al prohibir la pesca, la Comisión Europea se centre de forma exclusiva en su objetivo medioambiental, pero olvide también que la política general europea mantiene también prioridades de tipo sociolaboral y económica.

De igual forma, explicó que los dispositivos acústicos disuasorios que los barcos han incorporado desde hace seis años han “demostrado su eficacia” en la reducción de la captura de delfines, lo que ha afirmado que viene avalado por “informes científicos”, que contradicen las tesis de los ecologistas, en cuyos postulados ha dicho que se basa esta prohibición.

Por su parte, la armadora de Ondarroa Yolanda Arrauko coincidió también en que los barcos de altura han instalado sistemas para ahuyentar cetáceos, embarcado observadores para proteger a los delfines e instalando cámaras, por lo que cumplen “con todo lo que marca la ley” en este sentido.

Arrauko explicó que la veda afectará sobre todo a la pesca de la merluza, pero también de otras especies como el gallo, el rape o las fanecas. De la misma forma, lamentó que mantener a los barcos amarrados en puerto obligará a los armadores a hacer frente a “los mismos gastos” que mantienen cuando salen a faenar, dado que deberán costear las nóminas de los trabajadores que continúan trabajando en tierra, así como la seguridad social de los pescadores de a bordo.

El presidente de la Federación de Cofradías de Pescadores de Gipuzkoa, Eugenio Elduayen, insistió en que la veda podría reducir la oferta de pescado en lonja y producir un repunte de precios y señaló que la prohibición perjudica directamente a un par de barcos en Gipuzkoa.