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La obra de Chillida dialoga en Toulouse en torno al concepto de la gravedad

El museo de arte moderno y contemporáneo de Les Abattoirs ahonda en la figura del artista

La obra de Chillida dialoga en Toulouse en torno al concepto de la gravedadDEIA

toulouse - Bajo el descriptivo título de La gravedad insistente, el museo de arte moderno y contemporáneo Les Abattoirs de Toulouse cede su espacio a una exposición que ahonda en la relación de Eduardo Chillida con la gravedad de la materia y el espacio, ordenada por primera vez de forma temática.

Las amplias dimensiones del antiguo matadero de esa ciudad del sur francés albergan desde ayer y hasta el 26 de agosto más de 60 obras del artista vasco que dejan constancia de su renovación del arte de la escultura desde la década de los 50 hasta principios de los años 2000.

Con el apoyo de la Fundación Eduardo Chillida-Pilar Belzunce y préstamos de centros como el Reina Sofía de Madrid o el Museo de Bellas Artes de Bilbao, la muestra, comisariada principalmente por su hijo Ignacio, otorga su protagonismo a la pieza Beaulieu (1991), péndulo de casi tres toneladas en torno al cual orbita el resto. Los estudios del emblemático Peine del Viento XV, que Chillida (Donostia 1924-2002) llamaba poéticamente “aromas”, se unen a collages de la serie Gravitaciones, vídeos, fotografías y otras creaciones en mármol, metal y hierro, material predilecto e íntimamente unido al carácter industrial de su Euskadi natal.

“Es la primera vez que se mira el trabajo de Chillida de forma temática a través del eje de la gravedad, con la idea de que llega a transformar la materia para hacer de ella algo ligero, cuando al principio es una forma muy sólida”, explica a EFE Annabelle Tézène, directora general de Les Abattoirs.

El museo toma como pilares la interacción de sus creaciones con al agua, el aire, el fuego y la tierra, elementos que atravesaron su trayectoria y que ayudan a descifrar el genio creativo de Chillida y la relación que mantenía con el entorno una obra materializada en esculturas de generosos volúmenes, conceptuales pero evocadoras. “El interés por el espacio le venía de siempre, de sus tiempos de portero (en la Real Sociedad). Fue un camino que curiosamente empieza en el fútbol, pasa por la arquitectura y termina en la escultura”, recordó en la presentación a la prensa su hijo Luis, el séptimo de ocho hermanos.

De sus obras destaca también su carácter público, la voluntad de Chillida de que fueran únicas y pertenecieran a todos y a ninguno, tras la experiencia fallida del año 1967, cuando hizo cuatro copias en bronce de seis por orden de su galerista. “Pili, esto parece una zapatería”, le dijo a su mujer entonces, zanjando una práctica con la que no estaba conforme.

El juego de Chillida con las fuerzas de la gravedad y la levitación, que hace que algunas obras surjan del techo y otras, según Tézène, “nazcan realmente de la tierra”, se complementa en Les Abattoirs con la exposición Gravedad cero. Una exploración artística de la aventura espacial.

En ese caso, la ensoñación se dirige al ámbito aeroespacial, con obras digitales, fotografías y montajes que, también a partir de hoy y hasta el 7 de octubre, interrogan sobre sus límites y posibilidades e incluyen trabajos de la española Cristina de Middel y del brasileño Eduardo Kac.

La exposición sobre el artista vasco, Gran Premio de Escultura de la Bienal de Venecia de 1958, precede junto con la muestra que el Rijksmuseum de Ámsterdam le dedicará en junio a la reapeartura después del verano del museo Chillida-Leku, en Hernani (Gipuzkoa). Su hijo Luis confirmó los planes de la galería suiza Hauser & Wirth, que el pasado diciembre anunció haber llegado a un acuerdo con los herederos para reabrir un recinto que en 2011 se vieron obligados a cerrar al público ante la imposibilidad de sostenerlo por sus propios medios.