Bilbao - “Lo que nunca he podido evitar es Alemania y ser alemán”. Esa fue la frase que utilizó el pintor Georg Baselitz para referirse a la posguerra de su país natal en 1965, momento en el que Alemania vivía un estado de destrucción que ponía en tela de juicio tanto ideologías y sistemas políticos, como el propio arte.

El Museo Guggenheim Bilbao recupera ahora la etapa creativa del también escultor con la muestra monográfica Georg Baselitz. Los héroes, que podrá ser visitada hasta el 22 de octubre y en la que recoge una selección de sesenta cuadros y ocho dibujos y bocetos realizados por el pintor en 1965 y 1966, cuando apenas contaba con 27 años, y que pocas veces se habían reunido para una única muestra. Para esta ocasión la pinacoteca ha añadido una serie de cuadros de gran tamaño del ciclo Remix que Baselitz llevó a cabo en 2005 y que anunciaba la serie de Héroes y Tipos nuevos llevada a cabo en 2007 y 2008.

Precisamente, ese contexto de devastación fue el que definió en gran medida la carrera y las obras de Baselitz (Deutschbaselitz, 1938), unas piezas en las que el autor manifestó con ironía los aspectos políticos y sociales que le rodeaban. Esta exhibición ha contado con el comisariado de Petra Joos, del Guggenheim Bilbao y Eva Mongi-Vollmer, del Städel Museum, quienes presentaron ayer la exposición junto al director de la sala, Juan Ignacio Vidarte, quien apuntó que se trata de una cita que presenta “un punto de ruptura y un posicionamiento radical, un momento clave en la historia del arte de la posguerra alemana”.

Las comisarias, por su parte, destacaron que el autor quiso expresar a través de sus composiciones su descontento y disconformidad con la sociedad alemana, que en la década de los 60 intentaba olvidar su pasado nazi, la partición del país y la Guerra Fría, y solo deseaba mirar al futuro. En esta línea, las expertas recordaron que el autor “conoció los horrores de la Segunda Guerra Mundial”, ya que nació antes del derrumbe del nazismo y presenció la partición de Alemania por parte de los aliados en cuatro zonas de ocupación militar -Francia al suroeste, Reino Unido al noroeste, Estados Unidos al sur, y la Unión Soviética al este-.

“El país se encontraba destruido y con un futuro incierto, y ahí es donde Baselitz busca su camino”, matizó Joos. La comisaria también sostuvo que el autor había conocido el Expresionismo Abstracto que había surgido en Norteamérica, pero “a pesar de que nada indicaba una vuelta a la figuración, él no se encontraba a gusto en la abstracción”, por ello su obra quedó vinculada al arte expresionista alemán de comienzos del siglo XX.

En ese contexto, Baselitz se posicionó a contracorriente de todas las tendencias artísticas de su tiempos y optó por un estilo propio, poniendo de relieve los aspectos equívocos de aquellos años 60 alemanes desde una posición escéptica. Así nacieron sus Héroes que, realizados cuando tan solo contaba con 27 años, cuestionaban el heroísmo tras la guerra. Los cuadros, que cuentan con un tamaño de 162 x 130 centímetros y están realizados entre 1965 y 1966, supusieron para el autor “un esfuerzo muy intenso y un trabajo muy concentrado”, aseguró Mongi-Vollmer, ya que cada uno muestra una expresión única que depende del método escogido de pintura y los colores empleados.

De este modo, la serie representa a soldados, pastores, rebeldes, guerrilleros o pintores, todos ellos con aspecto frágil y precario. Joos destacó, en este sentido, que todas las imágenes son masculinas que en ocasiones aparecen deformes, desproporcionadas e incluso mostrando sus órganos sexuales. Por ello, la meta de Baselitz era dejar de lado la propaganda de la guerra y la posguerra y trazar una crítica ácida y mordaz a los significados que a estos conceptos atribuían las autoridades de la entonces República Democrática Alemana. Por el contrario, los nuevos “héroes” del régimen socialista son los trabajadores, desvestidos totalmente de ese idealismo. Son figuras de carácter monumental, trazo grueso y vehemente y colores oscuros que aparecen con uniformes desgastados, heridos, y con objetos recurrentes como petates, paletas y pinceles, o instrumentos de tortura. Con todo, bajo el epígrafe de Héroes y Hombres Nuevos, Baselitz buscaba, tal y como apuntó Joos, la “provocación emocional” de la sociedad alemana de la época.

‘Remix’ El Guggenheim ha optado por cerrar la exposición con una selección de pinturas del ciclo Remix, unas piezas en las que Baselitz comenzó a trabajar en 2005 y que precede a a la aparición de Héroes y Tipos Nuevos de 2007 y 2008. En estas composiciones, el pintor y escultor vuelve a sus temas más provocadores, como los que aparecen en cuadros como La noche se jodió (Die große Nacht im Eimer), de 1962, y Los grandes amigos (Die großen Freunde), de 1965, pero con la experiencia que ha adquirido a lo largo de su carrera.

Con ello, el Guggenheim ofrece una monografía sobre un artista que consiguió instaurar una nueva tendencia artística en Alemania y que hoy está considerado uno de los autores contemporáneos más importantes.