Los Gernika de los artistas vascos
Los terribles sucesos de 1937 han sido un referente para muchos creadores
BILBAO
Sin que medien intereses crematísticos, son muchos los creadores que han ido proyectando huellas plásticas por deseo personal y ante la especial significación simbólica e intensidad metafórica de los terribles sucesos de Gernika en 1937.
En la serie expositiva Gernikaren/ Los Gernika de... que se presenta desde hace cinco años junto a la Casa de Juntas se han ido percibiendo unas obras cuya temática aborda el conflicto del bombardeo. Es el caso de importantes esculturas, pinturas y dibujos de Jorge Oteiza (Estela para un pueblo pacífico que era Guernica), Nestor Basterretxea (Gernika), Remigio Mendiburu (Casa bombardeada) o Ramón Carrera (Montag). Muchas eran inéditas permitiendo soñar con aquel parque escultórico de creadores vascos que planteó en su día el artista de Orio y que se quedó en el encargo a Eduardo Chillida (Gure aitaren etxea). Siendo importante que se tenga en cuenta el trabajo de los artistas vascos, de momento, se coloca una pieza de Basterretxea (Agonía de fuego).
Este año el ciclo de experiencias artísticas del Museo de Euskal Herria se abre a la pintura y además por primera vez los once trabajos son inéditos y han sido realizados ex profeso para el espacio expositivo. Su autor es el alavés Carmelo Ortiz de Elgea (1944), quien ha hecho una labor relevante e intensa con motivo del 75 aniversario. Su voz es la de un sujeto que ya no es sólo el artista sino la coral percepción de muchos otros yos que vislumbran los sucesos cuando están transcurriendo y en los instantes posteriores.
Pero desde que sucedieron los dramáticos hechos, Gernika ha sido un referente temático que ha producido la atención de los creadores vascos y foráneos. En la mente de todos está el gran mural de Picasso (1881-1973), cuya divulgación simbólica del dolor humano y la fragmentación del espacio y el tiempo es universal. Menos conocida es la portada del libro Guernica que se publica en plena Guerra Civil. Interesante obra del cartelista Nicolás Martínez Ortiz de Zarate (1907-1991), cuyo primer plano muestra a una de las bombas cayendo sobre la villa. Igualmente, las ilustraciones de Nik (Luciano Quintana, 1904-1976) en la revista Gudari resultan de interés. Los dibujos de Aurelio Arteta (1879-1942) presentan a un hombre arrodillado delante de las humeantes ruinas. También se editaron unas tarjetas postales creadas por Perico Ribera cuando el Gobierno Vasco se instala en Barcelona.
Más convencionalmente, autores como los guerniqueses Pelayo Olaortúa (1910-1983), Luis Iriondo (1923), Ricardo Abaunza (1956) o Sofía Gandarias (1957) y el zarauztarra Julián Ugarte (1929) han dejado pinturas que evocan el siniestro total de la villa. Un dibujo de Rafael Ruiz Balerdi (1934-1992) para la revista Gaiak revela una faceta figurativa y militante del pintor donostiarra que es poco conocida. Agustín Ibarrola (1930) y Dionisio Blanco (1927-2003), han hecho referencias a Gernika y al cuadro de Picasso, reproduciéndole parcialmente en muchos de sus trabajos. También, Javier Urquijo (1939-2003) creó una instalación en 1981.
Cuando se cumplieron los 50 años de la destrucción, la villa se llenó de arte creado por los artistas vascos, en cuya exposición todo el mundo trabajó desinteresadamente. Se habilitaron los espacios deportivos del Instituto local, disponiendo paneles y colocando luces para acoger las obras. Los 71 creadores vascos de Artea Gernikan fueron seleccionados por un comité de tres críticos de arte. Con el mismo motivo, Diario 16 sacó un suplemento especial que presentaba la obra de 15 artistas vascos (Iñaki de la Fuente, Txemi Mediero, José Ibarrola o Darío Urzay). También Remigio Mendiburu (1931-1990), José Antonio Sistiaga (1932) y Daniel Txopitea (1950-1997) editaron una carpeta de grabados.
Desde entonces son muchos los pintores de Euskal Herria que han seguido plasmando su experiencia en torno a los sucesos, como el gran mural de 1999 que hace José Luis Zumeta (1939). Para otros muchos el punto de partida es el picassiano icono del Guernica. Se trata pues de un importante embrión cuyo fermento creativo ha ido impregnado los intereses de los autores a través de los más diversos planteamientos, procedimientos y discursos artísticos. Ibon Aranberri (1969) lo descontextualiza y desacraliza al llevar a la Manifesta de Frankfurt de 2002 una versión del cuadro en grises y colocarlo bajo el palio de una especie de tejavana como la de una parada de servicio urbano. El pintor Kepa Garraza (1979) ha utilizado el cuadro en 2010, plasmando la consecuencia de uno de los ataques terroristas del grupo B.I.D.A. (Brigadas Internacionales para la Destrucción del Arte).
Ahora que conmemora diez años de su existencia, Artium se suma al recuerdo y al homenaje, encargando a José Ramón Amondarain (1964) la reproducción del cuadro a tamaño real. Pero no solo se pinta el resultado final sino todas las fases que Dora Maar (1907-1997) fue fotografiando durante el proceso de realización. Como formidable plataforma de conocimiento, el artista guipuzcoano ha aceptado ser intérprete de la obra más importante del pasado siglo veinte.
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