Las verdades como puños que dijo Enrique Santos Discépolo sobre el siglo XX en su inmortal tango Cambalache (los más viejos recordarán "Que el mundo fue y será/ una porquería, ya lo sé./ En el quinientos seis/ y en el dos mil, también"; o aquella otra estrofa que decía "Si uno vive en la impostura/y otro roba en su ambición,/da lo mismo que sea cura,/colchonero, Rey de Bastos,/caradura o polizón" o esa tercera, la más reconocible, que decía "Siglo veinte, cambalache/problemático y febril.../ El que no llora no mama/y el que no afana es un gil" y así hasta el final...) perduran, si no se agrandan en el siglo XXI.
Ayer le tocó el turno de queja a la gente de la escena. No en vano, era el Día Mundial del Teatro y, como es costumbre en los últimos tiempos, la efeméride se ha convertido en un altavoz de la reivindicación antes que pista de baile para celebraciones. El Teatro Campos acogió la puesta en escena de Souvenir, la peor cantante de la historia, una irreverente comedia en torno a la figura de Florence Foster Jenkins (1868-1944), considerada como "la peor soprano de la historia", bajo la dirección de Carlos Panera, con la gente de Maskarada -Eneritz Artetxe, Mitxel Santamarina y Gorka Mínguez para la ocasión...- moviéndose en un escenario dispuesto a modo de cabaret. Panera leyó un manifiesto sobre el hambre que pasa el teatro, sobre las penurias de la gente de la escena que reclama en el País Vasco, una y otra, vez, una Escuela de las Artes Escénicas. Voces de protesta que hoy retumban y mañana se apagarán, por mucho que estén cebadas con la pólvora de la verdad.
El delegado de la SGAE en el País Vasco, Ignacio Casado, estuvo tras la organización de esa función única y conmemorativa -medio siglo ya desde su primera proclamación...-, donde la cómica Florence concentra un buen puñado de los adjetivos sugeridos en el tango. Testigos de todo cuanto sucedió fueron las actrices Itziar Lazkano, Leire Abadía y Lola Markaida, el actor Felipe Meza; Oscar Delgado, Alfredo Pérez y Eduardo Gaviña, reyes del cabaret bilbaino, entre Las Fellini y Yoguriña Borova; Jaime Ortiz de Zarate, Mikel Aiestarán, el dramaturgo y crítico David Barbero; Iñaki Astigarraga, Mikel Solabarrieta y una legión de gente de la escena que se espolvoreó sobre las mesas redondas de luces bajas que recrearon el ambiente de la tarde.
En ese mundo estrafalario de Florence se movieron, también, Joseba Apaolaza, Ana Isabel Morales, Mikel Gorostiaga; las jovenes aspirantes a damas de la escena Ikerne Zaldua, Yolanda Ugarriza y Nagore Atxalandabaso; Josean Bengoetxea, Naroa Ruiz, Maite Zarate, la galerista Sol Panera, Karmele Agirre, Jon Belauste, quien aspira "a vivir del cuento", tal y como confesaba en los previos; Danil Ruiz, Iñaki Muguruza y un buen número de gente que, entregada, disfrutó de una tarde entretenida y salpimentada por la voz de la protesta.