BILBAO. Marian Martínez de Pancorbo forma parte del comité científico que ha impulsado el I Congreso Internacional Urki. Durante hoy y mañana expertos e investigadores de diversos países analizarán todos los aspectos de un fenómeno curioso que durante muchos años permaneció olvidado en los archivos de viejas bibliotecas: la epopeya vasca en el Atlántico Norte. Pancorbo ofrecerá hoy la conferencia Linajes genéticos de la población vasca. El Refugio, donde disertará acerca de las previsibles semejanzas genéticas de algunos habitantes de Terranova con los vascos.

¿Cuáles son los objetivos que persigue el congreso?

Sabida es la relación que hubo entre los balleneros vascos y las poblaciones nativas de Terranova y Labrador, una historia un tanto olvidada. Con este congreso queremos retomar esas relaciones, volver a contactar con los nativos de allí y tratar de acercar las dos culturas, ya que hay un rastro importante de la cultura vasca en la zona. Por otro lado, queremos seguir avanzando en estudios genéticos que nos permitan saber si ha quedado algún legado genético vasco incluido en los pueblos nativos americanos, pues todo indica que si.

Se trata de un tema más que probable, ¿no?

Pasaban temporadas largas allí y es más que probable que los vascos se relacionaran también con nativas. Los trabajos previos que hemos realizado estudiando el cromosoma 'i' de los hombres desvela que hay características europeas y dentro de ellas hay algunas diferenciaciones. Ahí hemos profundizado. Podríamos encontrar ese legado genético vasco que quedó allí. Se puede probar.

Es curioso cómo guardan allí los vestigios vascos mientras que aquí apenas nos hemos preocupado hasta hace poco.

Lo tenemos como una leyenda, cuando fue una realidad, y una realidad contundente. Pero en los últimos años se está recuperando el interés y la documentación que dormía en los archivos de bibliotecas.

¿Hay muchos vestigios?

Hay cuatro o cinco enclaves importantes. Sin olvidar los restos del San Juan, navío vasco que se encontró en 1978. Y luego están los pidgins, los restos lingüísticos.