E L Clase C era un coche para mayores con reparos. Aunque sus proporciones lo sitúan en un mercado en el que proliferan las familias de clase y edad media, el diseño (más que el precio) lo alejaba de la órbita de muchos clientes potenciales. Su imagen conservadora repelía a la parroquia menos entrada en años de la categoría Premium, proclive a pretendientes más entusiastas y sin connotaciones clasistas.
Ahora que la necesidad manda, la marca de Stuttgart ha dicho basta y se propone pelear para recuperar mercado. Consciente de que la compra de cualquier coche es un acto pasional, comienza por orear su departamento de diseño para eliminar el aroma a naftalina que arrastraban algunas creaciones. Además olvida su antigua arrogancia y, sin abjurar de los dogmas de calidad y tecnología que la distinguen, apuesta por la única política comercial posible hoy en día, que es la de plantear la batalla del precio.
Para muestra el botón del Clase C. La menos ostentosa de las berlinas de la estrella cumple el rito del face lifting, tecnicismo que equivale a una reforma de fachada a mitad de su vida útil. Lo que en principio parecía un mero aliño cosmético destinado a reanimar al impecable e insípido modelo es, en realidad, un proceso bastante más ambicioso. Fruto del mismo, la remesa que acaba de llegar a los concesionarios muestra un automóvil más lucido, enérgico y apetecible que antes. Mercedes-Benz ha reconsiderado a fondo el Clase C que, si bien no altera sus líneas maestras, sustituye cerca de dos mil componentes.
La gama continúa planteando formatos sedan y familiar (Estate), a los que en verano sumará un sugestivo coupé para relevar al CLC SportCoupé. Pervive, eso sí, las dos terminaciones clásicas del modelo. La Elegance adopta un semblante clásico con la parrilla de barras horizontales cromadas coronada por el estandarte de la marca; las unidades ataviadas con la definición Avantgarde lucen un aire más deportivo, reconocible por la gran estrella que blasona el frontal de lamas.
La edición recién estrenada ha cambiado de aspecto. Las señas de identidad que la distinguen de la precedente son los faros con cubiertas transparentes y los parachoques más puntiagudos provistos de tomas de aire, que contribuyen a establecer el récord aerodinámico de la categoría (Cx de 0,26). A fin de aligerar el peso las defensas están fabricadas en aluminio, material con el que se confeccionan también el capó delantero, las puertas y los guardabarros delanteros. La zaga del modelo exhibe un paragolpes estilizado y unas ópticas con diodos mejor integradas.
MÁS LUJO, MENOS CO2. La puesta en escena interior, que sigue el estilo del CLS, reordena la distribución y enriquece los acabados. El salpicadero, el cuadro de instrumentos, la consola central y el volante han sido modificados. La ambientación, impecable pero sobria en los acabados modestos, adquiere una nota ble suntuosidad en las variantes mejor pertrechadas.
Otra de las facetas por las que la renovación del Clase C resulta convincente es la de la eficiencia motriz. La entrega actual propone cuatro motorizaciones gasolina y cinco diésel, las nueve con la etiqueta BlueEfficiency que distingue a las más austeras y limpias de la nómina del fabricante. Este asegura que los propulsores de la nueva generación consumen hasta un 31% menos, lo que redunda en unas emisiones de CO2 considerablemente más bajas y, por consiguiente, en menor carga impositiva para el coche.
Todas las mecánicas utilizan inyección directa y disponen de sistema ECO Stop/Start de parada y arranque automáticos en las detenciones. El elenco contiene motores gasolina de cuatro cilindros C180 (156 CV), C200 (184 CV), C250 (204 CV) y V6 C350 (306 CV), así como gasóleos CDI C180 (120 CV), C200 (136 CV), C220 (170 CV), C250 (204 CV) y C300 V6 (231 CV). El récord de frugalidad y emisiones corresponde a la variante diésel intermedia, que homologa un promedio óptimo de gasto de 4,4 litros, lo que equivale a un mínimo de 117 g/km de dióxido de carbono. El clase C más resolutivo, el C350 gasolina, gana 34 caballos (salta de 0 a 100 km/h en 6,0 segundos) pero se conforma con 3,1 litros menos de media que su antepasado.
Los motores se combinan con transmisión manual de seis marchas y con la evolucionada caja automática de siete relaciones 7G-TRONIC PLUS. Todos envían su potencia las ruedas traseras con la excepción del diésel más solvente, que cambia propulsión por tracción integral 4Matic.
Mercedes-Benz asigna al Clase C un equipamiento lo bastante completo para no desentonar frente a un dura competencia. La versión más sencilla y asequible sale a la calle provista de siete airbags, climatización doble, controles de estabilidad, tracción, velocidad y distancia de seguridad, autoencendido de luces y limpiaparabrisas, equipo de audio con Bluetooth, llantas de aleación, etc. Estas dotaciones aumentan a medida que se eleva el punto de mira de la compra y pueden completarse con paquetes opcionales. La tarifa del modelo va desde 31.400 euros, importe del C180 CDI sedan, a los 54.100 que reclama la variante Estate del C300 CDI 4Matic; el gasolina que abre la gama (C180) sale por 32.450 euros, mientras que el envase familiar supone un suplemento de 1.600.