Mundaka - Tienen su base en Txorrokopunta, en Mundaka, con las aguas de la Reserva de la Biosfera de Urdaibai como paisaje de fondo. Es allí donde durante los meses de julio y agosto la mundakarra Aitziber Sagasti y la bermeotarra Maitane Seco enseñan a menores y a mayores no solo a lanzarse al agua para aprender a nadar, sino que también dan clases de perfeccionamiento o de travesía para aquellos que quieran pulir su técnica. Ambas son miembros de Kikunbera Igeriketa Kluba, desde el que siguen impulsando la natación durante el verano, “y en aguas abiertas”, que es “completamente diferente” a hacerlo en piscina como lo hacen durante los inviernos.

“Da satisfacción ver cómo los más pequeños aprenden a nadar”, aseguran, aunque “tanta como los mayores que mejoran la técnica cuando toman parte en los cursillos”, afirman ambas, monitoras tituladas, al unísono. No en vano, y aún siendo casos diferentes, los beneficios de quienes acuden a sus clases son evidentes con el paso de las jornadas. “Hay niños y niñas a los que el primer día no quieren meter el pie en el agua, porque tienen ciertos miedos”, certifican, así que en las primeras clases a veces es necesario tirar de psicología para hacer desaparecer los temores que puedan tener los más pequeños. “Convencerles de que es seguro a través del juego y hacerlo respetando sus tiempos. Y jugando; de la orilla van entrando poco a poco en el agua”, agrega Sagasti. Seco asiente para apuntar que “poco a poco van perdiendo el miedo” que les atenaza y llegan al final del cursillo de cinco días intensivos -en el que se lleva a cabo una fiesta con hinchables durante la última jornada- adquiriendo los principios básicos. “También es bonito ver cómo sus padres y madres van viendo cómo avanzan”, puntualizan.

Tres son las modalidades que ofrecerán los dos próximos meses. En cuanto a la iniciación, se trata no solo de flotar, sino de “aprender a nadar”. Y este año además han abierto la opción de que las personas mayores puedan lanzarse al agua sin miedos. Desde los 3 años en adelante y en grupos según edades, ambas nadadoras les guían para que “en menos de una semana puedan ir aprendiendo y moverse en el agua”. En cuanto a las clases de perfeccionamiento -en las que también hay un amplio abanico de edades, aunque comienzan por aquellos que tienen más de cinco años-, el alumnado de Seco y Sagasti “sabe ya lo que es nadar, pero quieren perfeccionar la técnica, como la respiración, movimientos...”. Es entonces donde se comienza a aprender diferentes estilos, caso del croll, “luego metemos espalda y algo de braza”.

En cuanto a quienes participan en los cursillos de travesía nivel básico y avanzado, para quienes llevan más de tras años en esta modalidad-, son para personas “más centradas en aprender en técnicas de aguas abiertas”, señala Seco. “Tenemos niños y niñas que nadan en piscina”, inciden, junto a mayores que también quieren depurar su forma de nadar y mejorar tiempos. Lo que ambas tienen claro es que “no es lo mismo nadar en piscina o en mar abierto”. Y también han confirmado que quien prueba, en muchas ocasiones repite, sean menores o mayores de edad. “Hay muchos que han venido dos años seguidos”, aseveran. Tanto es así que las inscripciones, cuya información se puede obtener en los soportales de Mundaka Surf Shop, la administración de lotería local, en el chiringuito de Txorrokopunta o en el correo electrónico kikunberait@gmail.com, van a muy buen ritmo.

Este será el tercer verano en el que Sagasti y Seco permanecerán varias horas en el agua día tras día para dar sus clases, que varían entre los 40 minutos o la hora de duración, según modalidad. Y lo que en un principio comenzó siendo un proyecto cuya implantación tenía algunos interrogantes -hace años se ofrecían cursillos similares en Mundaka-, lo cierto es que la iniciativa se ha consolidado hasta el punto de que “cada vez son más las personas que se apuntan”. La seguridad es un componente vital de sus clases. Y no solo por estar en un medio como el mar, donde las condiciones pueden variar de un día a otro aunque la zona de Txorrokopunta es propicia para ello. “La seguridad es fundamental, es lo primero”, citan sobre unos cursillos en los que incluyen un seguro ante cualquier incidente.

Kikunbera Bajo el abrigo de Kikunbera Igeriketa Taldea, club de Bermeo nacido hace pocos años pero que ya alcanza los 60 componentes, Seco y Sagasti tratan de crear afición entre quienes se lanzan a la piscina o al mar, pero también que “los niños y niñas tengan opción de practicar la natación”, que es uno de los principales objetivos de la entidad bermeotarra. “Y con estos cursillos salimos un poco de la piscina, cambiándola por el mar. Nosotras empezamos la temporada en octubre, y así no están tres meses parados”, ahondan. Por lo pronto, el futuro se antoja positivo para un club que, año a año, gana adeptos, ya sean amantes de la natación o competidores en las pruebas cercanas. Y con unos cursillos que en apenas tres años cada vez enseñan a más personas a zambullirse en el mar.