Aritz Erdaide

gernika - Juan Ramón Rementeria, Remen, fue uno de los grandes nombres en la historia de la cesta punta. Desde que debutará con 17 años, dedicó más de tres décadas a su pasión, consagrándose en los años 1991 y 1992 con sendos campeonatos del mundo, además de quedar como máximo ganador de quinielas en el frontón de Miami. Hoy por hoy, ya retirado, todavía acude al Jai Alai de Gernika, lugar donde disputó su último partido, para ver a las jóvenes promesas y de paso ayudarles, no solo aconsejándoles sino arreglando las cestas que se rompen.

El oficio de artesano que repara las cestas dañadas es algo que se está perdiendo poco a poco. Con la decadencia de la cesta punta, después de la huelga de pelotaris, la cuesta abajo del deporte afectó a todos los estamentos. Actualmente, solo en localidades como Berriz, Mutriku o Markina perduran algunos que mantienen la tradición. “Yo lo hago porque quiero enseñar cómo se hace y como favor” comenta Remen. Lo que llega a cobrar por su labor suele dar para cubrir los gastos del material necesario, pero no con intención de ganar dinero con ello. “Arreglar cestas no es un trabajo difícil, aunque tampoco es fácil. Parece que es ir y venir metiendo mimbre, pero no es solo eso”. La clave, según cuenta, son los materiales y el tiempo de dedicación; “se debe de preparar bien el material, en este caso el mimbre, y lo que requiere es sobre todo mucho tiempo”.

Rementeria tuvo un maestro en la época en la que empezaba a tirar sus primeros pelotazos en el Jai Alai. “Cuando yo empecé a pelotear en el frontón había un cestero en Gernika, Fernando Garate se llamaba y solía estar mucho con él. Me comentó si quería aprender y yo le dije que sí. Él me enseñó y gracias a ello, toda la vida de profesional mis cestas me las arreglaba yo”.

Ahora, es él quien quiere cumplir el papel de maestro y enseñar a los jóvenes como arreglar su herramienta. El año pasado estuvo hablando con Gonzalo Beaskoetxea, otro gran pelotari que ahora trabaja en labores de formación, y le comento la intención de impartir un cursillo de reparación de cestas. Acudieron una decena de jóvenes y también algún progenitor. “De por si este deporte es un poco caro y si sabes hacerlo tú mismo, te ahorras un dinero”, explica.

La durabilidad de una cesta depende muchas veces de la suerte que se tengas. “Puedes empezar a jugar y romperla el primer día. Si son jugadores jóvenes les puede aguantar meses, un año incluso”. El material también tiene su importancia, ya que las cestas suelen estar hechas de castaño y mimbre. “Dependiendo de cómo está tratado o cuanto tiempo haya estado en el agua, o cómo se ha secado, hay mucha diferencia”, asegura el ex puntista. Al igual que ocurre con los buenos violines, el momento en que se ha cortado el árbol del que luego se sacará la madera para construir la cesta afecta en su acabado. “En luna creciente no se puede cortar el árbol, tiene que ser en decreciente”, subraya.

material El material más común que se usa en la elaboración de las cestas suele ser el castaño, ya que es un material que por un lado es resistente y por el otro tiene una gran flexibilidad. Un encino, por ejemplo, resultaría más duro. Lo que ha cambiado los últimos tiempos es la manera de fabricar la herramienta: antes el proceso era totalmente artesanal y hoy en día se usan maquinas para ciertas labores. Tal y como relata Rementeria, “el problema de las nuevas tecnologías es que el material se calienta y la beta de la madera se suele gastar hasta quemarse, con lo que es más fácil que se rompa. Eso antes que se hacia a mano con la cuchilla y no ocurría eso”.

El cuidado de la cesta también influye en su durabilidad e incluso en la manera de jugar del pelotari. “Cuando la cesta está seca ocurre que ralentiza la pelota y sin embargo, cuando hay humedad, se endurece”. Por eso hay que tener en cuenta donde se guarda. “ Lo mejor es que este en un sitio resguardado y húmedo. Por ejemplo, el mejor lugar en casa para tenerlo es el baño, porque es el sitio donde más humedad hay. Con la ducha y demás siempre queda un ambiente mas propicio. Por el contrario si lo tienes en tu cuarto y le da el sol, se estropea antes”.