Uno de esos momentos que bloquea las tempestades diarias y mundanas y dibuja una sonrisa reconciliadora es la gala para reconocer a los voluntarios del año en Getxo. Es un evento que suena a pausa ante el ruido y que recuerda que hay personas admirables, como los premiados de esta trigésimo primera edición: Aitor Arri Axpe, fundador y responsable del proyecto Rugby Inclusivo, y quienes están tras el programa de sensibilización sobre la enfermedad mental, Alehop, de Argia Fundazioa.

Aitor Arri es el fundador del equipo inclusivo de Getxo Rugby. G. Udala

El reloj de todos ellos son minutos de carácter generoso. Una vida para otros. “Siempre había tenido la curiosidad de poder ayudar a los demás”, confiesa Aitor Arri, quien, en 2016 y dentro del Getxo Rugby, decidió pasar el balón ovalado a las personas con discapacidad intelectual, tras conocer la experiencia puesta en marcha en Gales en 1990. Y las barreras se hicieron añicos. “Impulsé este proyecto como un trabajo para la carrera y al final se pudo hacer realidad”, evoca. Curiosamente, después, su equipo inclusivo ha servido de referente a nivel estatal para el nacimiento de iniciativas similares. Pero Arri es también el hombre que ha llevado este deporte a lugares insospechados, como el patio de la cárcel. Y es que Getxo Rugby participa en un programa pionero en Bizkaia dentro del centro penitenciario de Basauri y Arri acude allí a entrenar a una quincena de reclusos. “La palabra inclusión es mucho más grande en la sociedad. Es incluir a todo el mundo, no solo a las personas con discapacidad intelectual. Por eso entendimos que el rugby podría usarse en más ámbitos como herramienta de transformación social”, defiende.

Voluntarios del programa ‘Alehop’, de Argia Fundazioa.

Demostrando que no hay por qué excluirles están las personas con diagnóstico de enfermedad mental que dan charlas contando su experiencia en centros educativos, asociaciones, medios de comunicación o en conversaciones dirigidas a agentes sociales y políticos. Ese es el programa Alehop, de Argia Fundazioa, nacido en 2014, y que cuenta con la participación de tres mujeres y tres hombres, que han ofrecido una media de 30 coloquios anuales en diferentes lugares de Euskadi. Podrían callarse. Podrían no contar lo que les sucede. Podrían guardarse sus miedos o sus opiniones. Pero no lo hacen. Luchan así contra los estigmas asociados a las personas con enfermedad mental. Dos de ellos son Luis Mari Arana y Javi Vaquero, que con cercanía y sinceridad, han hablado en las páginas de este periódico varias veces. “Hay enfermos mentales y personas de otro tipo de grupos que cometen delitos, pero nuestro colectivo es asociado a que todos actuamos así, cuando no es el caso. Dicen que estamos ante un mundo deshumanizado, pero yo creo que hay mucha solidaridad y prefiero quedarme con eso”, reflexiona, por ejemplo, Luis Mari.

El cariño para quiñones

Más que merecidos, por lo tanto, estos galardones, concedidos por la red de entidades voluntarias de Getxo, Sarekide, en colaboración con el Ayuntamiento. De hecho, quien ha sido presidente de esta organización durante los últimos trece años, Juan José Quiñones, de la asociación Urtealaiak, deja el cargo en manos de Idoia Loroño, de la agrupación Ahida. Así que para él fue también un cálido reconocimiento en esta gala reflejo de personas “que construyen un mundo más humanista”, como subrayó la concejala de Cohesión Social, Carmen Díaz. “Por eso tiene sentido celebrar el voluntariado, el compromiso social, reconocerlo, agradecerlo y ponerlo en valor”, concluyó.