Enfermera, cámara de televisión y hasta la Benemérita y un cura abriendo el pelotón en la salida y la meta en Balmaseda. Pero nada de pinganillos que comuniquen con los directores. La marcha cicloturista Retrobike cumplió ayer diez años reivindicando el ciclismo de antaño –con el paréntesis de la pandemia–. Una celebración a la que se sumaron más de setenta participantes desde distintos puntos del Estado. Todos aplaudieron en el momento de ponerse en marcha en la plaza de San Severino el reconocimiento a Tomás Amezaga, uno de los promotores de la prueba, además de mecánico y coleccionista de bicicletas antiguas.

“Contento, sí, porque no ha habido ningún accidente. Ah, ¿que te refieres al homenaje”, respondió restándose importancia. “No había necesidad... Llevamos mucho tiempo en esto”; él toda una vida. “Desde joven, desde que tenía poco más de veinte años me han apasionado el cicloturismo y la mecánica y voy a cumplir 83. He ayudado todo lo que he podido a Euskaltel y otros equipos”, recuerda con una cariñosa mención a aquel adolescente Samuel Sánchez que llegó a su casa de Güeñes cuando el futuro campeón olímpico daba las primeras pedaladas de su carrera y “vivió con nosotros doce años, hasta que se casó”. La próxima semana se reencontrarán con quien consideran parte de la familia, ya que “va a venir por la Bizkaiko Itzulia”.

Además, su hijo, también llamado Tomás Amezaga, forma parte del equipo de mecánicos de Movistar Team “desde 2013”. Este año no ha viajado al Tour de Francia, pero sí participó en el Giro de Italia. Próximamente pondrá a punto las bicicletas del equipo para “la Vuelta a Alemania de féminas y la Vuelta a Inglaterra”.

Segunda Guerra Mundial

Lejos de darle consejos “no hablamos de ciclismo, con que me traigan a los nietos ya vale”. La siguiente generación puede disfrutar también de la impresionante colección de aitite. Con joyas como “un cuadro de más de cien años y una bicicleta que perteneció al Ejército de Suecia durante la Segunda Guerra Mundial”.

Por sus viajes a pruebas ciclistas internacionales ha frecuentado “mercadillos en los que vas viendo cosas”. También “maillots, bidones, etc.” que guarda sin ánimo de exponerlo públicamente. “Cualquier bicicleta de las que han venido aquí es más bonita que las modernas, al menos para mi gusto”, opinó. “Precisamente en el coche hablábamos de los rastrales y los pedales automáticos, los frenos de disco...” contó con un punto de nostalgia.

“Ya vamos quedando menos” estandartes de décadas pasadas en Enkarterri que solían reunirse para comer “una vez al mes: Gregorio San Miguel, Antón Barrutia, Carlos Etxebarria o Antonio Ferraz, que falleció hace poco. El ciclismo que vuelve a tomar las carreteras en la Retrobike con aficionados como Txema Santisteban, dueño de la bicicleta más antigua de ayer en Balmaseda. Precisamente, Tomás Amezaga le acompañó a comprarla en Italia. “Data de 1913, las ruedas son de madera, la adquirí hace cinco años cuando viajé a la marcha L´Eroica, a la que acuden ciclistas de todo el mundo”, explicó, ataviado con un maillot azul a juego de la marca Bianchi.

El que vistió el bilbaino Eduardo Aparicio procede “de Bélgica”. “Una cuadrilla de Santurtzi y Portugalete no se ha perdido ni una edición de la Retrobike. Tras reponer fuerzas con un hamaiketako cortesía de la organización se sumaron al clamor de Enkarterri por el homenaje pendiente al soportano Francisco Cepeda, el primer ciclista fallecido en el transcurso del Tour de Francia, el 14 de julio de 1935. La carrera “le debe una placa”, sentenciaron.