“Solo tengo un propósito en esta exposición y es hacer un pequeño y humilde homenaje a Julián Momoitio. Los homenajes hay que hacerlos en vida y más en este caso en el que este artista está un poco olvidado”, señala el pintor muskiztarra Fernando Garai a la hora de definir la muestra de más de una veintena de cuadros de gran formato que se encuentran en la sala de exposiciones de Ortuellako Kultur Etxea hasta el 14 de marzo. Un reconocimiento al autor ortuellarra –que por cierto fue quien inauguró con sus obras la OKE en 2011 y donó ese año tres obras singulares a este centro cultural– “por su sencillez, generosidad y creatividad, que no ha decrecido con el tiempo. Ese tiempo que, estirado hacia atrás, nos hablaría de infinidad de exposiciones individuales y colectivas, de reconocimientos, de premios, de Nueva York, de Pekín, de Berlín... de esa poesía que habla con todos sus colores”, apunta Garai.

“Quería hacer más hincapié en la amistad que en la pintura, la cual queda sobradamente demostrada en su larga trayectoria”, destaca el creativo de Muskiz que en esta muestra homenaje no solo expone tres obras con el rostro de su mentor –dos en lienzo y una sobre madera de entarimar que puede manipularse– sino que aporta una copiosa muestra de los catálogos de exposiciones –dedicados– en las que ha participado el ortuellarra a lo largo de los años, cifradas en más de 200.

“La amistad es ese lienzo en blanco privilegio de aquellos que pintaron con los colores de la amistad y del amor (frase célebre). Vaya mi agradecimiento a él por todo lo que aprendí en su estudio y por la amistad que seguimos teniendo”, declara Fernando Garai que en esta ocasión mezcla obras de apenas dos años de vida con las últimas creaciones en las que reafirma su peculiar sentido artístico que a nadie deja indiferente tanto por su temática protestante, siempre atento a la realidad social que le toca vivir, como por su formato de dazibao enrollable de gran tamaño. “Ahora mismo he preparado una estructura para poder acoger una tela de 1,60 por casi 2 metros”, anuncia Garai.

Autodidacta

Empleado durante más de 40 años en Tubos Reunidos, Fernando Garai (Muskiz, 1954) reinventa la realidad con sus obras llenas de plasticidad, sutileza y reivindicación. Autodidacta convencido, Garai reconoce que su inspiración es la vida misma, una cotidianidad que le golpea como ráfagas de luz que se positivan en sus lienzos. “Me gusta transformar la realidad y por ello investigo las posibilidades de cada imagen que me impacta o que me sugiere un mensaje y pueda adaptar a mi filosofía”, señala este creador de arte que tiene su estudio en el barrio El Cerro de Gallarta.

Su puntillismo le ha llevado a desarrollar una técnica que exige del espectador una profunda mirada a los cautivadores cuadros en los que esconde mensajes crípticos que refuerzan su filosofía reivindicativa. Hitchcock, Madame Curie, Gandhi, los goyescos fusilamientos del 2 de mayo, el cirujano Cristian Barnard o Dolores Ibarruri se incrustan de manera casi imperceptible en las niñas de los ojos de sus figuraciones, o en detalles como una barbada perilla, en las caras de un poliédrico diamante o entre una pléyade de latas de refresco retorcidas. “Mi anhelo es utilizar la realidad para transformarla, añadirle mi propia impronta, rehacerla”, apunta este artista que ha realizado más de 70 exposiciones individuales o colectivas, y cuya obra aparece recogida en la Enciclopedia de pintores vascos.

Una de las señas de identidad de la obra de Fernando Garai es el profundo respeto por los rostros y sus facciones. Ojos, boca, arrugas, contraluces son para Fernando una especie de catón sobre el que despliega un arte basado en el ultradetalle a veces subliminal. “En mi obra es una constante la aportación de imágenes sutiles que se cuelan en el grueso del lienzo enriqueciendo y postulando de una manera casi subliminal mi planteamiento sobre la realidad de mi tiempo”.