Punto de encuentro entre baserritarras y compradores, el Último Lunes de Octubre no surge de manera espontánea, sino que tiene una larga historia. ¿Por qué Gernika tiene tal historia entorno a sus mercados? Alberto Iturriarte, miembro de Gernikazarra, da las claves para conocer el pasado comercial de una villa que en más de seis siglos y medio ha visto cómo las ferias han sido uno de sus principales emblemas.

“El trueque o la compra venta de alimentos han existido desde siempre, tanto aquí como en cualquier otro lugar de Europa. Otra cosa es que esas compraventas estuvieran organizadas en torno a un lugar y a una normativa”, apunta sobre los orígenes. Atendiendo a esto, “las ferias en Gernika comienzan en los años posteriores a 1366, gracias al privilegio que le otorgaba su Carta Puebla”, agrega Iturriarte. Fecha clave por ser el año en el que “Gernika pudo separarse de Lumo porque tenía como principal protector al conde de Bizkaia, don Tello”, la villa obtuvo “muchos privilegios”. Entre ellos estaba disponer del “monopolio comercial en casi todo Busturialdea”. Según dicho privilegio, “no podía haber comercio salvo en Gernika”. Solamente la villa tendría un mercado semanal, “y solamente ella podría organizar ferias agrícolas y ganaderas”. Ese monopolio mercantil no sentaría nada bien a Lumo, “como a los de las otras anteiglesias de Busturialdea. No les quedó otra que aceptar el monopolio comercial de Gernika. Es la eterna historia: el pez grande se come o abusa de los peces pequeños. Incluso ocurrió que el pez grande (Gernika) abusó todavía más de los peces pequeños”, remata. Y los gernikarras contaban con una ventaja. “Con el tiempo, determinó que todos los alimentos debían almacenarse para su compraventa en el interior de la villa; que fueran los guerniqueses quienes en primer lugar se surtieran, hasta comprar todo lo que necesitaban; y que solamente después comenzaran los residentes en otras anteiglesias a comprar el género comercial sobrante. Todo ello era una grave humillación hacia esas personas y sus anteiglesias, sobre todo, en épocas de escasez de alimentos”.

Las anteiglesias plantaron cara. “Los concejos afectados se querellaron contra estos abusos desde el primer día. Pero en aquella época los pleitos duraban décadas, incluso siglos. Por fin, en el año 1598 un auto judicial desposeyó a la villa de Gernika de ese monopolio comercial y aprobó la creación de dos nuevos mercados fuera de Gernika: uno, en el barrio de Lumo, llamado Saraspe y el otro, en el barrio de Rentería, en Ajangiz. Sí, en Rentería, en aquella época “barrio principal de Ajangiz, en el robledal de la ermita de La Magdalena, llamado Maloste (contracción de Magdalenaren oste, que significa parte trasera de La Magdalena)”,. Allí “se organizaban dos ferias agrícolas y ganaderas. La que duraba desde San Bartolomé (24 de agosto) hasta San Antolín (2 de septiembre). Y otra feria anual de ganado mayor, que comenzaba el primer domingo de octubre y continuaba en los cuatro domingos siguientes”.

Poco a poco, la parte agrícola de esta segunda feria se fue trasladando a las cercanías de la villa, “concretamente al espacio comprendido entre la ría y el prado de San Juan Ibarra, dejando en Maloste la feria de ganado mayor. Es muy probable que Gernika aprovechara para sí esa feria, que ha dado origen en tiempos más recientes a los Lunes de Octubre”, incide. Lumo también conservaba la suya, “que se celebraba en Saraspe, en la zona que comenzó a llamarse El Ferial. En ese lugar pronto se distinguieron tres zonas diferentes: en la parte superior, hoy conocido como Pasealeku, se celebraba el mercado agrícola; en la parte central, la que hoy se corresponde con los jardines del Arríen, se celebraba la exposición ganadera; y en la zona más baja tenían lugar las pruebas de animales y se desarrollaba la romería de la tarde (sobre todo, tras la unión de Lumo con Gernika, en 1882)”, indica Iturriarte. Y esa zona del Ferial “es la que hoy en día continúa siendo el corazón del Último Lunes de Octubre”, apunta Iturriarte.