Los días de descanso para respirar “marcan la diferencia” en cuanto al rendimiento de la tierra: “En los tres primeros años, entre un 15 y un 25% más producción de hierba, más macrofauna, más biodiversidad botánica, más fertilidad del terreno, más bacterias beneficiosas y capacidad de retención de agua y una disminución del 10% del carbono por cada litro de leche producida”. Estos efectos se acentúan a medida que pasa el tiempo, enumeró Nerea Mandaluniz, investigadora del Instituto Vasco de Investigación y Desarrollo Agrario, Neiker.

Se basa en los datos del estudio que han realizado desde 2013 con 130 ovejas. Por eso, recomiendan delimitar diferentes parcelas y reducir el tiempo de pastoreo en cada una de ellas, de manera que el terreno se regenere.

La tendencia “en Euskadi en ovino lechero se centraba en la estabulación en invierno y un pastoreo libre en el que el ganado se mueve a su antojo en zonas de monte en verano y, en otras épocas, en valles”, según describió Nerea Mandaluniz. Sin embargo, este modelo deja tras de sí “áreas infrapastoreadas en las que aumenta el riesgo de incendios y sobrepastoreadas, en las que se produce una compactación de la tierra por exceso de presencia animal y, a la larga, acarrea problemas de erosión”.

La ganadería regenerativa consiste en “meter a los animales en extensiones pequeñas en periodos de tiempo más breves” para que vayan rotando por todas las parcelas “y haya mayor tiempo de recuperación del suelo”. Con la ayuda de un proyecto europeo al principio, Neiker elaboró una investigación “para comprobar si estas prácticas benefician a la tierra y al medio ambiente” dividiendo a sus ovejas en dos grupos iguales comparando esta metodología con la libertad total de movimientos. “No existe una fórmula para todo, hay que tener en cuenta el crecimiento de la hierba en cada parte, las horas de luz, el agua y la temperatura y ajustar las cabezas de ganado a la superficie disponible”, aconsejó. Transcurridos máximo tres días, “las hojas empiezan a nacer” y se recomienda moverlos a otro lugar “para no agotar las reservas del suelo”. Tampoco “pastar por debajo de los cinco centímetros de altura de la hierba”.

Desertificación

Unai Beitia expuso otro ejemplo gráfico de esta gestión con la granja Itturbaltza en Mungia y Gamiz-Fika. “No conceder margen para que el suelo descanse equivale a desertificar”, afirmó, tajante. Sobre esta línea, recomendó “imitar cómo lo hacían nuestros aitites” y las costumbres de los “herbívoros salvajes”.

Así lo contaron en una jornada divulgativa organizada en Zalla por la asociación de desarrollo rural Enkarterrialde para compartir estrategias de gestión ganadera más sostenibles que permitan al mismo tiempo optimizar el rendimiento. “Nos une el reto de impulsar una comarca donde el sector primario es determinante”, aseguró la presidenta de Enkarterrialde y alcaldesa de Galdames, Raquel Larruskain, al dar la bienvenida a quienes siguieron las intervenciones desde la capilla de Longar y a las personas conectadas telemáticamente.

Beneficios

25%

Según explicó Nerea Mandaluniz, investigadora de Neiker, en los primeros tres años de aplicación del pastoreo rotacional la producción de hierba crece en un 25% También mejoran la biodiversidad botánica, la fertilidad del terreno o la capacidad de retención del agua. Los indicadores mejoran a medida que pasa más tiempo.