Bilbao - Aunque tiene pareja estable, May Serrano lleva casada consigo misma desde 2011. Porque una cosa no quita la otra. “Cuando te quieres y te atiendes, las relaciones son más igualitarias”, defiende esta activista feminista que ha oficiado bodas de este tipo en localidades como Ondarroa o Sopela. Ahora ayudará a que 17 mujeres -afirma que hay lista de espera- se comprometan consigo mismas en Bilbao. Será el viernes en Bilborock, el marco de la iniciativa municipal BLV-ART. Están invitados.
“Sí, me quiero”. ¿Es una declaración de intenciones?
-Es una declaración de amor y también de intenciones, porque no es tan fácil. Lo dices, y luego viene lo bueno.
¿En qué consiste casarse con una misma?
-Sobre todo es una toma de consciencia. A partir de ese momento te pones la primera de tu lista. En la primera boda queríamos crear un debate sobre el amor romántico pero de forma divertida. Cuando llegó el día de la ceremonia nos dimos cuenta de que era mucho más serio de lo que creíamos. Fue un acto que supuso un antes y un después en nuestras vidas.
¿Ha cambiado algo en su día a día desde que se casó consigo misma?
-Sí, en todo. Desde quedar con las amigas, hasta en el trabajo, o dejar cosas que no quería hacer y a atreverme a hacer cosas que siempre había querido hacer. Es como cuando tienes pareja y decides que es una prioridad en tu vida. Esto es lo mismo. Puedo tener una cita conmigo, aunque sea para quedarme en el sofá.
Es difícil quererse a una misma cuando constantemente se alienta a las mujeres a estar más delgadas, a aparentar ser más jóvenes?
-Es bastante difícil aceptarte cuando te están diciendo todo el rato con quién te tienes que comparar. Ahora hay muchas campañas que dicen “Cuídate”. También son imposiciones. ¡Haz lo que quieras! A lo mejor cuidarte para ti es ir en chándal o quizás es ponerte tacones y pintarte los labios. Esto es el recordatorio de que tú eres la que decides lo que quieres.
Y cuando una ya se quiere, ¿por qué hacerlo público?
-Por el peso del ritual. El matrimonio es un rito ancestral que existe en todas las culturas.
Habrá gente que le hay dicho que es una tontería?
-O que estoy loca. ¡Que soy una egoísta, que qué va a ser lo próximo!
¿Y qué les responde?
-No estoy interesada en convencer a nadie. Si es una persona dispuesta a dialogar, entonces se lo puedo explicar. Se trata de tomar consciencia de ti, de lo que tú quieres. Estamos con nosotras mismas todo el tiempo y no tenemos ni idea de quiénes somos. Como en las relaciones con la gente que quieres, hay que cuidarlas.
Defiende que ser la prioridad de una misma no es egoísta.
-El egoísmo lleva implícito hacer algo mal a otro. Nosotras no hablamos de eso, sino de quererte a ti misma. Cuando te quieres y te atiendes, las relaciones son más igualitarias.
¿Qué criterios hay que cumplir para casarse con una misma? ¿Puede casarse con una misma alguien que ya está casada con otra persona?
-Sí, sí; yo tengo pareja, la misma que tenía cuando me casé. Es bastante complicado hacer hueco para dos personas, entendiendo que cada uno de nosotros es una unidad y nos juntamos cuando queremos. Mi felicidad no depende de él y la suya no depende de mí. Somos independientes.
¿Hay algún perfil típico?
-Entre las mujeres que han pasado por este matrimonio hay de todo: viudas, separadas, casadas, solteras? mujeres de 20 años o de 60 años? No hay un perfil. Todas llegamos desde puntos distintos, puede ser que alguien esté en pleno divorcio, pero otras están viviendo felizmente en pareja, criando a sus hijos.
Antes de la ceremonia imparte unos cursos prematrimoniales. ¿En qué consisten?
-Sobre todo la pregunta clave que trabajamos es “¿Qué necesito?”. Es una pregunta que cuando nos la hacemos y nos paramos a escuchar la respuesta... Viene lo bueno. Si esa pregunta la repites a lo largo de los días la respuesta puede variar mucho, en cualquier ámbito de la vida.
¿Qué papel ha jugado el ideario del amor romántico en la educación de las mujeres?
-Es como una losa de 500 kilos que nos hace correr detrás de una zanahoria inalcanzable. Nos han contado que hasta que no encuentras al príncipe azul no estás completa. “Y fueron felices”, el cuento siempre acababa ahí. Parece que si no acabas esa carrera no puedes disfrutar de la vida, ser tú. Ahí se pierden un montón de sueños, de energía. Corremos en una dirección que igual no es la nuestra.
Cuando las niñas de hoy en día crezcan, ¿seguirán esperando al príncipe azul?
-Espero que no. El debate está muy abierto, tenemos mucho trabajo que hacer. Están escuchando un discurso que nosotras no hemos escuchado.
¿Se ha de reeducar también a los hombres?
-Totalmente. Y se les debe quitar la responsabilidad de cuidar a una princesa.