Berango - Sin intención de hurgar en ninguna herida mal cerrada ni aumentar el dolor, sino con el fundamento de intentar conocer su profundidad para tratar de curarla, Alazne Díez Muñiz (Plentzia, 1946) se lanzó a escribir un libro, fruto del desarrollo de una tesis doctoral, con el objetivo de ayudar a recuperar la memoria histórica a través de testimonios de personas que sufrieron las cruentas vicisitudes de la Guerra Civil y el franquismo. “Cuando tuvo lugar el conflicto bélico no había nacido. A mi generación se le privó de conocer la historia de su país. Recuerdo que de joven siempre se decía: esto se oye en casa, pero no se saca a la calle”, explica. Como sucede en muchas familias, el paso del tiempo ha ido dejando a las nuevas generaciones sin testigos directos de lo que sucedió realmente. “Cuando se murió mi aita, me quedó una especie de vacío histórico porque él sufrió la dureza de los batallones de trabajadores y quería tener un conocimiento más preciso de lo que pasó”, indica respecto a lo que le llevó a iniciar la investigación.

A pesar de su “vocación tardía”, tal y como señala, la publicación de su libro, titulado La memoria, herida abierta. Guerra Civil y Franquismo, editado por la Diputación Foral de Bizkaia, es ya una realidad. Actualmente, está llevando a cabo su presentación en diversas localidades vizcainas. Mañana, en concreto, será el turno de Berango -en la Kultur Etxea a las 19.00 horas-. Allí, Alazne desgranará la relevancia de los relatos sobre el dolor y sufrimiento padecido por muchos combatientes hechos prisioneros de guerra y organizados por los militares sublevados en batallones como mano de obra. “Realicé alrededor de catorce entrevistas, en las que hablé con ocho personas que habían pertenecido a estos batallones”, recuerda. “Hay muchas historias que todavía no han sido contadas porque, ya se sabe, la historia la escriben los vencedores, no los vencidos”, añade. “Aún hoy en día los pórticos de las iglesias recuerdan los muertos por España”, agrega sobre la justicia de las víctimas.

Las historias humanas que confeccionan el libro han proporcionado a Alazne momentos emotivos. “Recuerdo a un hombre de 90 años que se puso a llorar dos veces. Decía que a su padre le llevaron preso por ser alcalde de Urduliz y a él le enviaron a un batallón de trabajadores por ser hijo del alcalde”, señala. “Fueron charlas que me aportaron mucho. He conocido historias con grandes similitudes puesto que todos coinciden en señalar las duras condiciones provocadas por el hambre, la sed, las enfermedades, las medidas de escarmiento, etc.”, apunta.

Paralelamente, Alazne también ha contado con otros testimonios que le han aportado diversos puntos de vista sobre la contienda y sus consecuencias. “He podido charlar con el sacerdote Txomin Bereciartua y también con el político Xabier Arzalluz, en este caso sobre el aspecto de las familias enfrentadas por la guerra. Incluso he conocido historias humanas como la de una mujer de Karrantza que acogió en su caserío a soldados que llegaban del frente en retirada”, señala.

Además, el ambiente de la posguerra también tiene su espacio en el libro. “He hablado con dos personas que pertenecieron al entorno de ETA en sus inicios y que relatan su periodo de cautiverio en la posguerra. También cuento el testimonio de Joseba Aguirre, hijo del lehendakari Aguirre, quien me aportó la visión del periplo del exilio y la relación con la diáspora vasca”, detalla. Sin duda, una lectura idónea para entender la realidad del pasado y aprender a no cometer los mismos errores en el presente.