Zigoitia - A las siete de la mañana los termos de café y leche caliente ya aguardaban la llegada de los voluntarios que ayer participaron en la búsqueda de Jon Bárcena. A las 13.00 horas el café dio paso a un caldo de pollo caliente y a docenas de tortillas, pintxos con embutido y sandwiches de jamón york y queso. Sin lugar a duda, la solidaridad se convirtió en un elemento vital en los momentos más crudos para una familia que no sabe nada de su hijo desde hace cuatro días.

Los vecinos de Zigoitia llevan días trabajando para organizar los avituallamientos para los voluntarios. Ayer se encargaron setenta bocadillos para los profesionales que desde primera hora de la mañana se lanzaron al monte. Una treintena de personas trabajaron sin descanso y de manera coordinada para que no faltara nada. “He traído dos tortillas, no puede ir al monte a buscarle, pero aquí estoy ayudando como puedo”, dijo una de las voluntarias a DEIA. El dueño del bar Artzegi que permanecía cerrado por vacaciones prestó termos, pucheros y diferentes enseres. “No hace falta hacer una convocatoria. La gente se suma de manera incondicional”, destacaron.

La iniciativa popular surgió el 31 de diciembre. Un grupo de cuarenta personas subió como marca la tradición al Gorbea y allí se encontraron en el camino con la familia de Jon, que le estaban buscando. Llevaban a cuestas la tienda de campaña, dispuestos a asentarse en los parajes del Gorbea para dar con su hijo. “Nos dio una pena horrible. Hablamos con el alcalde de Zigoitia y se decidió abrir el frontón. Además, la familia cuenta con una sala en el Ayuntamiento para seguir todos los pasos de la búsqueda”, aseguraron.

El día de año nuevo, con las tiendas cerradas, las familias realizaron acopio de la comida de Nochevieja para compartirla con los voluntarios que participaron en la búsqueda. Polvores y hasta turrón pudieron degustar los participantes en la búsqueda. “No somos diferentes por hacer esto. En Euskadi somos muy solidarios y en este tipo de situaciones es cuando se ve”, comentaron. Las voluntarias se encargaron de elaborar caldo de pollo en sus casas y cargaron las ollas al hombro. “He hecho cuatro vueltas desde casa. Llevo toda la mañana preparando caldo y café. No sé qué puedo hacer más”, dijo otra de las vecinas de Zigoitia. Y añadió: “Si pudiese me lanzaría a buscarle en el monte”.

“Está todo muy rico. Vaya trabajo que han hecho”, reconocía uno de los participantes en la búsqueda. “El caldo es lo que mejor me ha entrado después de la chupa de agua que hemos pillado”, relató. De lo que se trata es que cada uno, dentro de sus posibilidades, pueda aportar su granito de arena para intentar que el mal trago sea un poco más llevadero. “La mejor recompensa a este trabajo sería que el chico apareciera en perfecto estado. No hay que perder la esperanza, eso es lo último”, dijeron. Hoy volverán a organizar el avituallamiento. El cansancio comienza a notarse, pero eso no será excusa para que la solidaridad mueva un día más la voluntad de las familias de Zigoitia. “Si todos participamos es más fácil”, concluyeron.