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Una residencia cercana y con una gran historia

El centro Arrotegi de Busturia ha cumplido este verano 110 años poniendo toda su atención en los mayores

Una residencia cercana y con una gran historiaFoto: Arrotegi

La vida suele resultar un ciclo que comienza con la necesidad de disponer de atención y ayuda a la hora de crecer y que en muchas ocasiones, una vez llega el ocaso, suele resultar fundamental volver a disponer de esa ayuda. El cuidado de las personas de la tercera edad con problemas psíquicos o de movilidad resulta un trabajo arduo y por ello, llegado el momento, se buscan los servicios que una residencia puede ofrecer. Un paso que resulta difícil para las familias muchas veces, pero que en el caso del centro Arrotegi busca que sea beneficioso, proporcionándoles medios y servicios para vivir con dignidad, plenitud humana y calidad de vida.

La residencia ubicada en Busturia tiene el aval que le proporcionan sus 110 años de existencia, cumplidos este verano. Su fundación data de 1907 y Nicolás Domingo de Arrotegi fue el gran artífice de su apertura con la ayuda de la congregación de hermanas de la caridad de Santa Ana, y contaba con dotaciones para doncellas casaderas, ayudas a los pobres o una escuela para niñas. “Fue una persona con mucha visión, porque la mayoría de las fundaciones tenían que ver con la formación de las mujeres” resalta Maite Larringan, directora del centro. Hasta hoy ha sobrevivido la residencia en la misma ubicación, aunque a lo largo de las últimas décadas se han hecho distintos añadidos.

En estos 110 años resulta reseñable para Larringan “la importancia del capital humano para haber podido llegar hasta el día de hoy”, tanto por su fundador, como por las hermanas de la comunidad que permanecieron en la residencia hasta el año 2015, ayudando en la gestión, en las actividades y viviendo en el lugar. También tuvieron su importancia las personas particulares con sus diferentes aportaciones, que en épocas difíciles como la posguerra y en la década de los 50 y 60 fue muy difícil mantener este tipo de entidades. “Destacaría también a los habitantes de los pueblos de Busturia y Kanala, que en momentos difíciles también han aportado y con quienes siempre ha habido una relación muy estrecha”, asegura la directora.

Residentes La residencia consta actualmente de cuatro edificios, con una capacidad para 89 residentes en 4.600 metros cuadrados, rodeados a su vez con unos jardines que ocupan otros 6.800 metros cuadrados junto a un aparcamiento. La mayoría de residentes gozan de habitaciones individuales en más del 75% de los casos. “A lo largo de estos años la fundación ha hecho una apuesta muy grande por dotar de unas instalaciones de calidad”. Sus distintos salones permiten una cómoda movilidad aun con la silla de ruedas, imparten varios talleres de manualidades y hay también una sala de fisioterapia para rehabilitaciones, “todo con medios y recursos que favorezcan la calidad del servicio. Tenemos que lograr que los residentes sean lo más libres posible, tal y como lo serían en su domicilio”.

La entidad fue declarada de interés social por el Gobierno vasco en 2014, una resolución que considera que la fundación contribuye al desarrollo de los servicios sociales de la comunidad autónoma del País Vasco por el servicio que presta.

El 26 de julio, día de Santa Ana, celebraron la efeméride de los 110 años organizando una jornada de puertas abiertas con una misa, bailes, grupo de danzas y un lunch. Además, también tienen intención celebrar algún otro acto significativo en noviembre. Todo para poder seguir ofreciendo el mejor cuidado a las personas de la tercera edad.