Getxo - “Una avenida como la de 2008 no hemos vuelto a tener. Pero si se produjera a día de hoy, con las obras realizadas, esa intensidad de lluvia no provocaría desbordamientos. Está calculado”. El responsable de obras de la Agencia Vasca del Agua-URA, Álvaro San Cristóbal, habla para DEIA desde el puente de Fadura, la desembocadura de los trabajos en el río Gobela para reducir el riesgo de inundaciones en Getxo. Han pasado más de siete años desde que comenzara esta compleja intervención hidráulica, ya finalizada en el río propiamente dicho y a falta de unos últimos retoques de urbanización. “Valoramos y reconocemos todo lo realizado”, asegura Kike Prada, en nombre de la asociación de Afectados por el Río Gobela.
San Cristóbal aludía a 2008, al fatídico 1 de junio, cuando la tormenta perfecta descargó más de 103 litros por metro cuadrado entre las 00.00 y las 17.00 horas, la décima parte de la precipitación media en un año. Getxo se ahogó. El río se empachó de lluvia... “Esto es la ruina absoluta”, era uno de los testimonios de los vecinos afectados que recogían las crónicas de este periódico entonces. “Faltó muy poco para lamentar la pérdida de vidas esa madrugada”, sostiene hoy Prada, el presidente de la agrupación que ha colaborado con el Ayuntamiento y con URA en el diseño de las tareas para tratar de evitar que esas inundaciones se repitan. “Aprendimos muchas cosas, nos pilló de nuevos e ingenuos. No aparecía en ningún programa político que el municipio se iba a inundar. Tuvimos que articular por convicción y por necesidad este proyecto en el que se han implicado muchas personas. Nadie te enseña cómo afrontar algo así, lo vas aprendiendo a base de vivirlo”, comenta el concejal de Urbanismo del Consistorio getxotarra, Joseba Arregi, que reconoce así que desde la Institución local no se actuó de manera efectiva a la hora de avisar del peligro, entre otras cuestiones.
Ese 1 de junio de 2008 marca un punto de no retorno en el curso del Gobela y de los problemas que ocasiona a la ciudadanía. Con anterioridad, como en 1977, el río ya se salió de su sitio generando inundaciones de calado. Pero los desbordamientos de hace casi una década obligaron a acelerar la maquinaria en busca de una solución. “Esta obra se estudió hace mucho”, apunta el director de obras de URA. “Es que si no la hubierais tenido estudiada, igual no la podríamos haber hecho ya en 2010”, interviene Arregi. “Teníamos clarísima la idea y la sacamos a todo meter”, constata San Cristóbal. Siete años después, la actuación exclusivamente en el río ha concluido. “Ha sido largo por la intensidad de la vivencia”, señala el edil de Urbanismo.
Básicamente, y por simplificar una peliaguda operación, las tareas han consistido en aumentar el cauce del río para que este tenga más capacidad y pueda soportar más cantidad de agua. Además, se han cambiado todos los puentes “y ahora tienen un mínimo de 18 metros cuando andaban en torno a 5 o 6 muchos de ellos. Son secciones que no provocan estrechamientos ni elevaciones. Se han quitado los obstáculos, como tuberías, y sobre todo, lo que se ha hecho es ensanchar retirando rellenos para que sean parte de la sección del río”, puntualiza San Cristóbal.
Las razones Pero ¿por qué un río con tan poca agua puede ser tan voraz? “Las cuencas pequeñas tienen el problema de que con precipitaciones localizadas de mucha intensidad suben muy deprisa y hay muy poco margen de tiempo. Normalmente, las peores situaciones son las tormentas de verano. Además, el Gobela tiene muy poca pendiente, que también hace que enseguida suban los niveles de agua y luego, las vegas están muy ocupadas y el cauce natural de las avenidas son las vegas”, explica el experto de URA. Y el río getxotarra tiene otra peculiaridad. “El curso está alterado desde hace mucho tiempo y desemboca en Udondo. Hay planos del siglo XVIII en los que se ve cómo en el muelle de Churruca, el río salía al mar, pero con las industrias y aprovechamientos, hubo alguna captación que llevó el agua a la zona de Lamiako y eso se convirtió en el cauce”, desgrana San Cristóbal.
Contra todas estas circunstancias se ha luchado al efectuar estas obras, que se han dividido en cuatro etapas, en base a la zona de actuación: Salsidu, Etxezuri-Larrañazubi, Errekagane -que a su vez se fragmentó en dos fases- y Fadura. “Es, en su conjunto, de las más importantes que se han hecho en Euskadi. No por el tamaño de la cuenca del río, sino por los tipos de obra, la problemática de arenas... Ha sido una tarea complicada y nos hemos gastado 24 millones de euros en los cuatro tramos. Son más de tres kilómetros de intervención en el río. Es una obra de entidad”, destaca el ingeniero de URA.
El concejal getxotarra, por su parte, admite que calmar el Gobela ha sido un objetivo vital para el equipo de gobierno. “Ha sido durante muchos años la prioridad absoluta para el Ayuntamiento. Además, han pasado por Lakua tres gobiernos con grupos políticos distintos al frente: del tripartito al PSE y, después, al PNV. La apuesta ha sido institucional, por lo tanto. Hablamos de seguridad y eso, frente a cualquier otra cuestión, es lo primero que tienes que abordar”, sostiene Arregi.
Seguramente, en Fadura se eche el ancla a estos trabajos. “De cara a URA, de momento, es un punto final porque hay otras zonas con riesgo de inundaciones en espera”, confirma San Cristóbal. Arregi admite que “el parque fluvial está recogido en el Plan General”, por lo que “trataremos de hacerlo posible”. Ello aportaría un mayor respiro al río. “Todos estamos de acuerdo en que solucionaría prácticamente por completo el asunto porque nos iríamos hasta Berango”, señala el edil. Pero por ahora, el Gobela ya está más tranquilo.