Bilbao. Hay tantas historias como animales habitan el planeta. Cada uno tiene su propio tránsito vital y, por desgracia, algunos no han contado con una vida fácil. Unos fueron a recalar a un hogar en el que, más que como un ser vivo, les tomaron como un juguete y, finalmente, cuando se cansaron de ellos fueron abandonados; otros, por su parte, tuvieron la mala fortuna de formar parte de una camada muy numerosa y no encontraron quién les cuidase. Estas historias paralelas son las que encuentran su nexo de unión en la perrera municipal de Artxanda, unas instalaciones que suponen la segunda oportunidad para muchos perros y gatos que no han tenido la suerte de cara en su vida.

Durante el año 2012, 885 animales pasaron por estas instalaciones. De ellos, 509 volvieron con sus dueños tras pasar por la perrera, ya que se habían extraviado. "Estos datos son positivos e indican que vamos por el buen camino, pero no nos conformamos y hay que seguir trabajando en esta línea", explica Mariano Gómez, concejal de Salud y Consumo del Ayuntamiento de Bilbao. Los beneficiarios de esa labor continua y callada en la perrera de Artxanda son los perros y gatos que se pierden o que, desgraciadamente, son abandonados por sus dueños.

Nueva Vida Esta cruel cara de la moneda la representan Ziur, Risitas, Monito y Alice, tres perros y una gata que son la viva imagen de la esperanza por un futuro mejor. Hace algún tiempo fueron abandonados, pero contaron con la suerte de ser rescatados de las calles. Su anhelo es ser adoptados, tal y como ocurrió en 2012 con un total de 416 mascotas -225 perros y 191 gatos-. La perrera municipal se cruzó en su camino, y tras sus puertas encontraron la esperanza de una vida nueva. Nada más llegar pasaron un chequeo, comprobaron si tenían chip y fueron vacunados. "El 55% de los perros que pasaron por aquí no tenía el chip obligatorio", asegura Del Campo.

El siguiente paso es que fuesen castrados. "Una tenencia responsable de animales implica no tener camadas descontroladas", explica Raquel del Campo, responsable de la perrera. Y es que las camadas que llegan por sorpresa o sin control alguno son uno de los principales focos de abandono de animales. El cambio de vivir en la calle a llegar a estas instalaciones es muy grande y la integración de estos animales en la dinámica del centro es paulatina. Primero pasan por unos departamentos individuales en los que se van habituando a sus cuidadores y a lo que es el centro. Entre esos chalets caninos y felinos, se encuentra un perrito que, según Del Campo, "apenas tiene mes y medio". En tan solo 45 días de vida ha sufrido mucho. Fue abandonado y contó con la fortuna de que un ciudadano lo encontrase en una cuneta. Este avisó a la Policía Local que, inmediatamente, trasladó al can a la perrera. "Es muy mimoso y da la sensación de que quiere que llegue rápido una familia que le adopte", asegura Del Campo, mientras tiene en sus brazos al cachorro. Los ojos del pequeño can muestran la ternura de quien quiere vivir en un entorno amable y ser cariñoso.

Ayudas Del Campo y su equipo cuentan con la colaboración de las asociaciones Puppy Bilbao y Felinos Bilbao que acuden a diario a la perrera para cuidar a los animales. "La viabilidad de este proyecto recae también en estas dos asociaciones que colaboran con nosotros. Entre todos, en Bilbao se garantiza una vida digna a los animales", explica Mariano Gómez, quien remarcó que en estas instalaciones "no se sacrifican animales en condiciones normales porque tenemos el principio de eutanasia cero".

Eso se denota en la vitalidad que transmiten las mascotas que viven en la perrera. Con sus ladridos, maullidos y miradas buscan la atención que alguien les negó. "Si no somos capaces de tener un animal en condiciones, mejor comprarnos un peluche", afirma Gómez. Estos animales sienten, buscan cariño y un nuevo dueño. Las páginas web de Puppy Bilbao y Felinos Bilbao son el nexo entre quienes buscan adoptar animales y las mascotas que buscan familia.